Los niños son seres curiosos: exploran el mundo que los rodea y suelen llevarse objetos a la boca para examinarlos. Cuando se trata de piezas pequeñas, corren el riesgo de tragarlas. Según las estadísticas, las monedas son el cuerpo extraño que se ingiere con más frecuencia. Le siguen los juguetes pequeños o sus piezas, bolitas, alfileres, tornillos, semillas y pastillas, entre otros. En la actualidad, la proliferación de artefactos que funcionan a batería representa un peligro adicional para los más pequeños.
El riesgo asociado a la ingestión de un cuerpo extraño depende de su tamaño, forma y composición, así como del sitio donde queda localizado. Cuando su diámetro es menor de 2 centímetros, por lo general pasa sin dificultad por el tracto digestivo. Se estima que alrededor del 80% de los objetos ingeridos se eliminan espontáneamente a través de las heces, dentro de las 48 a 72 horas, sin causar problemas. Sin embargo, hasta dos de cada 10 objetos quedan alojados en el esófago, con el consecuente riesgo de aspiración, perforación o formación de fístulas. Además de ingerirlos, también es frecuente que los chicos los introduzcan en su nariz o en los oídos.
Las pilas contienen sustancias tóxicas, como mercurio, cinc, óxido de plata y litio, y productos cáusticos, como el hidróxido de sodio o de potasio. Si luego de ingeridas se abren dentro del organismo, este material interno puede liberarse y lastimar severamente la mucosa digestiva. Además, producen lesiones por presión y quemaduras eléctricas de bajo voltaje. Cuando su diámetro supera los 2 centímetros, es posible que se atasquen en el esófago y produzcan daños en las primeras dos a cuatro horas. Pueden incluso provocar una perforación luego de seis a ocho horas. Una vez que la pila pasó el esófago y llega al estómago, puede tener problemas para atravesar el píloro –el esfínter entre el estómago y el duodeno– y generar lesiones de la mucosa gastrointestinal.
Cuando el objeto ingerido queda alojado en el esófago, suele ocasionar dolor detrás del esternón, dificultad y dolor al tragar, falta de apetito, salivación, vómitos, tos y silbidos en la respiración. Si se trata de una pila, puede producir una perforación esofágica, situación grave que se manifiesta a través de fiebre, un cuadro de infección generalizada o hemorragias masivas por fístulas entre el esófago y la arteria aorta. Por el contrario, los objetos que quedan alojados en el estómago no dan muchos síntomas, excepto en los pocos casos en que se produce una perforación o erosión de la cavidad gástrica.
Las medidas a tomar luego de la ingesta dependerán de la localización de la pila. Si se aloja en el esófago, debe extraerse lo antes posible mediante una endoscopía. Si se encuentra en el estómago y no produce manifestaciones clínicas, se puede esperar y evaluar su progresión por el tubo digestivo hasta su evacuación. Se recomienda la extracción endoscópica si permanecen en el estómago más de 48 horas o si el niño presenta síntomas de lesión mucosa gastrointestinal.
Por lo general, los accidentes por ingestión de objetos pequeños afectan a los menores de cinco años y la edad promedio a la que ocurren es cercana a los dos años y medio. El número de casos asociados a baterías aumentó significativamente en el último tiempo. Según un estudio publicado en la revista científica Pediatrics, en los EEUU hay más de 3 mil consultas anuales de urgencia por ingesta de pilas. Los investigadores analizaron los accidentes detectados durante un período de 20 años y encontraron que el número de casos graves se cuadriplicó. Más del 80% de los afectados fueron niños menores de seis años. Aunque en este estudio solo el 1,3% de los casos presentó complicaciones clínicas moderadas a severas, la preocupación surge sobre todo porque se observó un incremento en los accidentes asociados a la ingesta de pilas de litio de 2 centímetros.
Para evitar que los niños traguen objetos pequeños, es importante mantenerlos fuera de su alcance. Se recomienda revisar de manera continua la casa en busca de monedas, botones, joyas, pequeños juguetes o sus piezas, alfileres, tornillos y, sobre todo, pilas botón. También controlar los artefactos que las contienen (control remoto, juguetes con música o luces, relojes, cámaras fotográficas, audífonos) y asegurarse de que las pilas estén bajo tapa bien cerrada con tornillos o con cinta, para que el niño no la pueda abrir y no deje pilas usadas sueltas en cualquier superficie.
Asesoramiento médico: Dra. Cynthia Vartalitis – Médica pediatra de FUNCEI.