El cerebro de las personas de mediana edad no es tan ágil como solía ser por todo el estrés que ha soportado, según demostró un nuevo ensayo estadounidense realizado en ratones.
Los investigadores coincidieron en que las situaciones tensas hacen que las neuronas de una parte del cerebro que se necesitan para el aprendizaje se encojan y pierdan plasticidad, es decir la capacidad de formar rápidamente conexiones llamadas sinapsis.
Agregaron que los animales más jóvenes pueden recuperarse, pero a medida que pasan los años se empieza a perder esa capacidad. Estos hallazgos ofrecen un nuevo acercamiento al proceso de envejecimiento, y pueden ayudar a explicar por qué en algunas personas el declive es más rápido que en otras.
«Suponíamos que estas neuronas se alterarían con la edad, pero la pérdida de plasticidad sináptica en el contexto de la experiencia vital tiene implicaciones profundas para el deterioro cognitivo relacionado con la edad», indicó en un comunicado John Morrison, de la Escuela de Medicina Mount Sinai, cuyo estudio fue publicado en Journal of Neuroscience.
Para el estudio, Morrison y sus colegas estudiaron a ratas jóvenes, de mediana edad y viejas que fueron colocadas en una zona confinada durante varias horas, lo que les causó la liberación de hormonas de estrés que llevan a cambios neuronales en la corteza prefrontal, una parte del cerebro usada para el aprendizaje.
El equipo estudió luego cambios en una parte de las neuronas llamadas espinales que se usan para formar sinapsis. Cuando las miraron en el microscopio, vieron cambios en las de las ratas jóvenes, lo que muestra que pueden adaptarse a una experiencia estresante. Hubo pocos cambios en las de las ratas de mediana edad y ninguno en las ratas más viejas.
Los cerebros viejos no se adaptan al estrés
Los hallazgos sugieren que el envejecimiento causa una pérdida significativa en la capacidad cerebral para responder a situaciones tensas, algo que es crucial para el aprendizaje, dijo Morrison.
«La corteza frontal está constantemente reenviando impulsos en respuesta a las experiencias vitales», dijo el experto. Pero explicó que el cerebro envejecido ya ha sufrido una pérdida significativa de estas neuronas espinales y las que quedan son menos capaces de responder en momentos que exigen reenviar estos impulsos.
«Los animales viejos pierden esencialmente su capacidad para la plasticidad inducida por la experiencia», señaló Morrison, quien en un primer momento se vio sorprendido por los hallazgos y ahora los encuentra un poco sobrios.
En ese sentido dijo: «No querría intentar aprender un idioma», ya que «la gente puede hacerlo de forma parcial, pero para nada como un niño».
Sin embargo, no se pierde todo con el paso del tiempo. «Una de las grandes cosas de la edad es que no pierdes experiencia. No pierdes las sinapsis y conexiones muy estables», manifestó el autor.
Finalmente, el experto señaló que los hallazgos muestran un nuevo acercamiento en la búsqueda de tratamientos que protejan el cerebro del deterioro generado por la edad, como la enfermedad de Alzheimer.