En el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, que se conmemora cada 28 de abril desde 2003 y fue impulsado Organización Internacional del Trabajo (OIT), los expertos recuerdan la necesidad de que los ámbitos laborales se transformen en un espacio para generar conductas saludables como la buena alimentación, más si se tiene en cuenta que los individuos pasan entre ocho y diez horas en estos espacios.
“Es imprescindible crear entornos en los que se facilite que las personas tomen decisiones saludables. Así, el ámbito laboral es el lugar natural para trabajar la problemáticas relacionadas con el estilo de vida”, señaló la doctora Mónica Katz, directora de la Carrera de Especialista en Obesidad y del Posgrado en Nutrición de la Universidad Favaloro, a la par que agregó que “como beneficio para el empleador se puede rasaltar que una mala nutrición lleva a un menor rendimiento”.
Christopher Wanjek, autor de La alimentación en el trabajo, un libro encargado por la OIT, coincide en que el ambiente laboral, donde muchos adultos pasan la mitad de las horas que están despiertos, es un lugar lógico para realizar intervenciones de salud. “Los programas de alimentación en el trabajo pueden prevenir deficiencias de micronutrientes y enfermedades crónicas como la obesidad”, aseguró.
Wanjek, que hizo un estudio profundo sobre la situación de la alimentación laboral en gran parte del mundo, explica que “la inversión en nutrición queda saldada porque consigue una reducción de ausentismo por enfermedad y accidentes y aumenta la productividad y la moral”. Como contrapartida agregó que “la nutrición inadecuada de los trabajadores implica que en todo el mundo las empresas tengan pérdidas de productividad cercanas al 20%”.
“Consumir alimentos de buena calidad junto a los compañeros de trabajo en un entorno tranquilo ayuda a los empleados a rendir al máximo. Cuando están relajados y se han alimentado bien son más productivos, lo que beneficia a sus empleadores y familias”, indicó Wanjekm aunque comprobó que esta hipótesis por lo general es la excepción y no la norma.
Una costumbre muy difundida entre los oficinistas es la de no salir a almorzar sino que comen en sus escritorios, algo que les permite ahorrar tiempo y dinero pero que, definitivamente, atenta contra su salud. “El problema es que cuando uno hace dos cosas al mismo tiempo, las conductas compiten entre sí. Y como el comportamiento ‘comer’ no es de alto involucramiento humano, si existe una actividad paralela al comer ésta funciona como distractor y potencia el subregistro del volumen ingerido, lo que genera consumo extra de calorías”, explicó por su parte, Katz.
Por eso la nutricionista recomienda no comer en el escritorio y explica que es preferible tener sólo 15 minutos de almuerzo agradable compartido, que comer en media hora frente a papeles o pantalla de la PC. También sugiere planificar compras una vez por semana para llevar al trabajo; estudiar las opciones de comidas cercanas a la oficina o ambiente laboral; “emplatar” el almuerzo, fotografiarlo y compartirlo en las redes sociales para generar conciencia del volumen ingerido; preparar colaciones saludables como frutas, barras de cereal, porciones de queso, mix de frutas secas y sándwiches en pan árabe de queso magro, entre otros y por último beber al menos ocho vasos de agua por día, ya que la subhidratación deteriora el desempeño cognitivo y esto sucede al pasar dos horas en un ambiente con aire acondicionado sin beber.
Más allá de lo que haga el propio trabajador para mantenerse sano, los empleadores también pueden implementar medidas que ayuden a cuidarlos. “Cada uno de nosotros es un agente de salud y todos podemos cambiar el mundo, lo podemos hacer contagiando a los que tenemos al lado”, señala Katz. La Alimentación Saludable en el Trabajo es uno de los tres objetivos que debe cumplir una empresa para ser considerada “saludable” según las recomendaciones del Ministerio de Salud de la Nación.
Entre las metas que debe cumplir una compañía están que cuente con una oferta de alimentos saludables en su comedores, buffets y kioscos; que los eventos organizados por la institución ofrezcan menús saludables; que realice acciones de promoción de alimentación saludable de acuerdo a las necesidades y problemática de sus trabajadores; que facilite el acceso a un consultorio nutricional para la atención del personal que lo requiera; que se ofrezca diariamente variedad de ensaladas y verduras cocidas; que el menú del comedor o buffet incluya por lo menos en uno de sus platos hortalizas y verduras y que se ofrezcan opciones de postre con frutas frescas o cocidas.
Si de salud laboral se trata, además de la alimentación es muy importante la actividad física. Una encuesta dada a conocer días atrás en Inglaterra entre 2.000 oficinistas determinó que el 45% de las mujeres y 37% de los hombres están menos de 30 minutos de pie al día en sus trabajos. Y según estudios internacionales, permanecer quietos en una silla más de cuatro horas al día lleva a un menor gasto energético; desequilibrio en los niveles de azúcar sanguíneos; debilitamiento muscular en las piernas; y una menor actividad de las enzimas responsables de “quemar” las grasas dañinas que circulan en la sangre.
Por eso conviene tener en cuenta algunas recomendaciones sencillas para mantenerse activo en la oficina, entre ellas caminar hasta el escritorio de un colega para informarle cuestiones en lugar de mandar un correo electrónico; utilizar las escaleras en lugar del ascensor y si las distancias lo permiten ir caminando o en bicicleta hasta su trabajo o bien estacionar el auto o bajar del transporte público a varias cuadras de distancia.
En cuanto a otros ‘tips’ para incorporar a la rutina diaria y contrarrestar los efectos del sedentarismo, Katz opina que los empleados deberían tener cuentapasos provistos por el empleados, tratar de incrementarlos a 10 mil por día y estarse alerta si son menos de 3 mil o 4 mil.