El pasado 6 de agosto, el Ministerio de Salud de la Nación fue notificado de tres casos sospechosos de sarampión en el conurbano bonaerense, dos de ellos con antecedentes de haber viajado a Sudáfrica, país donde actualmente hay un brote.
Se trata de una enfermedad altamente contagiosa que se transmite a través de las secreciones respiratorias. Después de un período de incubación de una a dos semanas aparecen los síntomas: fiebre, conjuntivitis, tos, coriza (secreción nasal) y una erupción de manchas rojizas que aparece primero en la cara y el cuello y luego se extiende al tronco y a las extremidades. También aparecen manchas características en el revestimiento interno de las mejillas. Los síntomas disminuyen entre los 5 y 7 días.
Las complicaciones más frecuentes son otitis media y neumonía, diarrea y meningoencefalitis. Los niños menores de cinco años, las personas inmunocomprometidas y los desnutridos tienen mayor riesgo de complicaciones y mortalidad.
No existe un tratamiento específico para el sarampión. Las medidas preventivas se basan en el aislamiento de los enfermos y la vacunación de la población susceptible. Las personas vulnerables son aquellas que no tuvieron la enfermedad o que no han sido inmunizadas con dos dosis de vacuna. La vacuna triple viral (sarampión rubéola paperas) está incorporada en el Calendario Nacional de Vacunación (CNV) al año de edad y al ingreso escolar. La vacuna antisarampionosa puede indicarse a partir de los seis meses de edad y está comprobado que su administración dentro de las 72 horas del contacto previene la enfermedad.
El sarampión es una enfermedad viral que está en proceso de eliminación en la región de las Américas. La incorporación de la vacuna antisarampionosa a los programas nacionales de inmunización y las repetidas campañas de vacunación para aumentar las tasas de cobertura vacunales han logrado controlar la transmisión endémica de la enfermedad. En Argentina, los últimos 6 casos fueron notificados en el año 2000.