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Sectores público y privado acuerdan para luchar contra el Chagas

Autoridades de SANOFI y del CONICET, además del Ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, presentes en el acto.

Un equipo de investigación del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario dedicado a investigar el Chagas, dispondrá de los recursos necesarios para avanzar en sus trabajos gracias a acuerdos firmados entre el Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el laboratorio francés SANOFI:

Tras la alianza, los científicos liderados por Antonio Uttaro, abocados a investigar el metabolismo de lípidos sobre el Tripanosoma cruzi, el parásito causante de la enfermedad, dispondrá más de 300 moléculas aportadas por la empresa farmacéutica, para que sean testeadas en el modelo experimental desarrollado por los investigadores del CONICET, y así poder comenzar trabajos clínicos.

“Existen hoy en día sólo dos drogas que se utilizan para tratar la enfermedad de Chagas. Una de ellas está discontinuada y la otra sigue gracias a un acuerdo que hay con un laboratorio de Brasil. Son drogas probadas y lanzadas al mercado en las décadas del ‘60 y ‘70 y son efectivas en el tratamiento, pero son tóxicas”, explicó Uttaro.

El objetivo de los científicos rosarinos es investigar nuevos fármacos. Pero también, tras este acuerdo, se destinarán unos 10 mil euros para el desarrollo de métodos innovadores de diagnóstico para el Chagas, proyecto que estará a cargo del doctor Alejandro Schijman, del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI):

“Queremos estimular que los investigadores argentinos tengan más herramientas disponibles para seguir produciendo”, sostuvo el doctor Cristian Von Schulz-Hausmann, Director Médico de SANOFI, a la par que expresó su anhelo de que este acuerdo público-privado “finalice en un importante descubrimiento científico en el mediano plazo” y sea una solución para las personas afectadas en el país y en el mundo. Cabe agregar que el Chagas es una de las llamadas “enfermedades desatendidas”.

Por su parte Marta Rovira, presidenta del CONICET afirmó: “Estos acuerdos favorecen que el trabajo de nuestros científicos mejore la calidad de vida de toda la sociedad, lo cual es una meta permanente”.

Los hallazgos de Rosario

Encontramos una serie de enzimas en el Trypanosoma cruzi que no están presentes en el humano. Entonces la primera observación que uno hace es que hay un blanco posible o potencial para atacar sin que sea tóxico para el hombre, porque no lo tienen”, detalló Uttaro, tras dejar en claro que su objetivo apunta idear a nuevos fármacos menos nocivos.

Una vez encontrado ese “blanco”, el siguiente paso fue buscarlo en otros organismos para que los ataquen. De esta manera, el equipo descubrió «sólo dos o tres drogas prescriptas que lo que hacían era inhibir ese blanco en otro organismo», por lo que las probó en el Trypanosoma cruzi.  

«Lo que sucedió fue que inhibía ese blanco y al inhibirlo se moría el parásito” por lo que se pudo determinar que ese objetivo era vital para el patógeno, según precisó el investigador.

El proceso siguió con la prueba de otras drogas que les permitieron identificar otro blanco que también está presente en humanos, pero que al inhibirlo en el hombre no es tóxico mientras que en el parásito es mortal.

“Combinamos drogas que atacaran los dos blancos y al probarlas resultaron diez veces más efectivas que en forma separada, eso habla de un efecto sinérgico”, señaló.

Al realizar algunas pruebas en ratones, los resultados fueron alentadores pero “no todo lo que uno necesita para pasar a fases siguientes”, explicó el jefe del equipo. Surgió entonces la necesidad de probar con más moléculas de otras drogas para hallar aquella o aquellas que utilizándose en menor concentración lograran la mayor efectividad posible para matar al parásito.

Ahí fue que entró en juego el acuerdo con SANOFI; que otorgó 300 moléculas para testear la toxicidad para el parásito en un laspo de un año. Al respecto, Von Schultz-Haussman dijo, en representación de la empresa farmacéutica, que “desarrollar drogas en un humanos puede llevar 10 años , que es lo normal en este tipo de procesos”, por lo que “es aquí cuando los laboratorios tomamos un rol fundamental como nexos entre la investigación y que su resultado impacte en la salud pública”.

El Director Médico de SANOFI para Argentina y el Cono Sur agregó que “en este tipo de padecimentos como el Chagas, la malaria, la epilepsia o la enfermedad del sueño, que se llaman ‘olvidadas’, los laboratorios tenemos una responsabilidad social”.

Un mal asociado a la pobreza

El Trypanosoma cruzi vive en la sangre y en los tejidos de personas y animales, así como en el tubo digestivo de las vinchucas, principales vectores de la enfermedad de Chagas. El insecto infectado, además de picar, defeca y deposita los parásitos en la piel .

La enfermedad puede deteriorar el corazón o el sistema digestivo de las personas que la padecen, produciendo diferentes grados de invalidez o inclusive la muerte.
 
“En Argentina se estima que hay más de 2.000.000 de personas afectadas y por año mueren unas 2.000 producto de alguna afección provocada por la infección crónica”, indicó Uttaro. Y agregó que “es la clásica enfermedad de la pobreza, ya que si bien todos nos podemos contagiar, el hábitat natural de las vinchucas es en el intersticio de los techos de las casas más precarias, desde donde salen a picar durante la noche produciendo el contagio”.

El investigador del CONICET destacó que el acceso a los medicamentos está cubierto pero lo que sucede es que en muchos casos se desconoce el padecimiento de la enfermedad.

“Hay que ir a las zonas afectada y hacer el test, hay que controlar los bancos de sangre, a las mujeres embarazadas porque pueden pasar la enfermedad, es decir se puede hacer trabajo de prevención, pero una vez diagnosticada hay que tratarla y para eso es bueno tener más de una droga disponible y que no genere efectos secundarios en la población”, concluyó.

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