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Sida y pobreza: los mayores problemas de Sudáfrica

El Mundial de Sudáfrica expuso a los ojos del mundo los estragos que causan en ese país la pobreza y el sida, vestigios del apartheid que por decenas de años gobernó a la nación. En Philippi, el barrio más pobre de Ciudad del Cabo, incluso en peores condiciones que Johannesburgo, opera la Cesvi, una ONG italiana que desde hace años intenta ayudar con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, el problema más grave del país.

Ni siquiera el hambre y la sed causan las víctimas que sí provoca esta enfermedad en Philippi, donde el 25% de la población está infectada con el virus del VIH. Decenas y hasta cientos de miles de personas contrajeron el virus porque en las ciudades negras nadie sabe concretamente cuánta gente vive.

«Aquí el sida es un problema que se mezcla con la violencia doméstica, con el alcohol y con las drogas», – explicó María Rosa Lorini, responsable del proyecto. A su vez, destacó que para enfrentarlo, construyeron la “Casa de la sonrisa”, la primera estructura de ladrillos, no muchos años atrás, de toda la ciudad, recordó.

El Mundial atrajo inversiones a distintas zonas del país y Philippi tuvo así su primer, aunque pequeño centro comercial, al que se sumaron algunas entidades bancarias y otros servicios hasta entonces desconocidos para sus habitantes. Pero lo más importante es que la promesa del gobierno local de otorgar una vivienda a cada poblador se está concretando.

En pocos meses, algunas de la zonas de la ciudad se renovaron, dado que desaparecieron las chozas para dar lugar a pequeñas casas de unos treinta metros cuadrados, donde viven alrededor de seis personas.

El trabajo del Cesvi nació en Philippi como una herramienta para luchar contra el sida, un problema que por muchos años fue subestimado y negado por las autoridades locales.

El VIH se difunde entre la población más pobre de Sudáfrica, fundamentalmente por violaciones (en general domésticas) alimentadas por el uso desmedido del alcohol, en especial durante los fines de semana.

La otra causa es el «tik», una droga sintética a base de metanfetamina que en Ciudad del Cabo se puede conseguir a precios muy bajos. La sustancia provoca efectos neurológicos devastadores.

La “Casa de la Sonrisa” acoge a una decena de mujeres con sus hijos, que se fugaron de sus hogares porque eran víctimas de la violencia doméstica. Muchas de ellas son seropositivas y gracias a una red de protección pueden permanecer en el lugar por algún tiempo antes de intentar reconstruir sus vidas.

«Uno de los problemas principales es que en la Casa de la Sonrisa no lográbamos incluir a los hombres. Entonces iniciamos una serie de actividades musicales, artísticas y deportivas», explicó Lorini.

«La ayuda de otras asociaciones, que trasladan a los jóvenes de la ciudad, permitió que nuestra iniciativa intervenga en su cultura, educándolos en el uso del preservativo, la no violencia y la salud, con particular referencia al abuso del alcohol y las drogas», agregó.

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