Hoy, puede parecer innecesario hablar de cólera en muchas partes del mundo. Con la mejora de las condiciones sanitarias y la disponibilidad de agua filtrada y clorada, ciertas regiones, como EEUU o Europa, no tienen la infección desde las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, esta enfermedad aún afecta a muchas personas, en especial en países en vías de desarrollo, y el riesgo de adquirirla se mantiene vigente para los viajeros.
El cólera es una infección intestinal aguda producida por la bacteria Vibrio cholerae, que se transmite a través del agua y los alimentos contaminados. La enfermedad puede no producir síntomas o manifestarse de manera leve. Pero cerca del 5% de los afectados tiene un cuadro severo de diarrea, vómitos y calambres en las piernas. Si la persona no recupera el líquido perdido, puede deshidratarse con rapidez y, eventualmente, morir en el término de algunas horas. Los países con infraestructura sanitaria defectuosa o en situación de emergencia son muy vulnerables a los brotes.
La situación en América
Desde 2010, una epidemia de cólera afecta a Haití. Desde allí, la infección se expandió a la vecina República Dominicana, país que registra un brote desde noviembre de ese año. Además, a mediados de julio de 2012 el Ministerio de Salud de Cuba confirmó los primeros casos en la isla luego de más de un siglo sin la enfermedad.
Con anterioridad, el cólera causó una epidemia muy importante en Perú. Fue parte de la séptima pandemia de la enfermedad, que se inició en India en 1961 y afectó a centenares de países. En enero de 1991, llegó a este país limítrofe, donde afectó a unas 320 mil personas y produjo 2.909 fallecimientos. Durante los dos años siguientes, se diseminó con intensidad por el continente.
En los primeros meses, el Ministerio de Salud peruano dedicó sus mayores esfuerzos a fortalecer el manejo de los pacientes con deshidratación. La rápida utilización de las terapias de rehidratación oral explicó, en parte, la baja letalidad que tuvo el cólera durante los años que afectó a ese país, hecho que fue reconocido en el ámbito internacional.
Estos resultados fueron consecuencia de una gran cruzada nacional, de la que participaron diversas autoridades políticas, religiosas y culturales, así como varias ONG. Este comité de lucha centró su estrategia en la difusión de medidas de higiene y adecuados hábitos alimentarios en diferentes medios: televisión, radio y prensa escrita. Aunque desde los años posteriores de la epidemia hasta la actualidad ocurrieron pocos casos, es importante no olvidar el impacto que tuvo esta enfermedad para el pueblo peruano.
Esta epidemia se relaciona también con otro episodio que pone en evidencia el impacto potencial del cólera. En la tarde del 14 de febrero de 1992, partió del Aeropuerto de Ezeiza el vuelo 386 de Aerolíneas Argentina con destino a Los Ángeles. Llevaba 336 pasajeros y 20 tripulantes. Antes de llegar a destino, hizo escala en Lima. Cinco días después de su arribo a los EEUU, los Departamentos de Salud de Los Ángeles y California recibieron reportes de aislamientos del vibrión colérico a partir de heces de cinco personas que habían viajado en ese avión. Con el correr del tiempo, el número de casos aumentó a 75 entre los viajeros que permanecieron en ese país.
Cómo prevenir el cólera
Como primera medida, la OMS recomienda proporcionar agua potable y saneamiento a las poblaciones que todavía no tienen acceso a servicios básicos. Asimismo, resulta clave extremar la higiene personal –como el lavado sistemático de las manos con agua y jabón después de ir al baño y antes de comer o manipular alimentos–, así como poner en práctica hábitos básicos para preparar y conservar de manera adecuada las comidas. Reforzar la vigilancia y la alerta temprana también ayuda mucho a detectar los primeros casos y a poner en práctica las medidas de control.
En cambio, la OMS desalienta el tratamiento sistemático de las comunidades con antibióticos, ya que este no tiene resultados beneficiosos en la propagación del cólera y puede tener efectos negativos al aumentar la resistencia a estos medicamentos y crear una falsa sensación de seguridad.
Principales medidas que deben adoptar los viajeros
Recomendamos que las personas que se trasladarán a zonas afectadas, sobre todo si se dirigen a los países caribeños mencionados, consulten con un especialista en Medicina del Viajero antes de partir, para que les informe sobre las medidas que deben tomar y les indique antibióticos a utilizar en caso de tener síntomas de la infección.
Es clave extremar la higiene, en especial el lavado de manos, que debe realizarse con frecuencia. Los viajeros deberán usar siempre agua potable embotellada para beber o lavarse los dientes, y elegir alimentos cocidos. Además, es importante que eviten los productos de venta callejera o ambulante. Si tienen diarrea o síntomas de deshidratación, deben acudir al médico e ingerir sales de rehidratación oral y abundante líquido.
Un método simple para evitar la infección
A principios de junio, tuve la oportunidad de leer una interesante entrevista de la CNN a la doctora Rita Colwell, profesora de las Universidades de Maryland y Johns Hopkins, en EEUU. Esta investigadora estudia el cólera desde hace más de 50 años y, junto con su equipo, colaboró en el desarrollo de un método muy simple para que las comunidades del área rural de Bangladesh puedan prevenir esta infección.
Al plegar unas cuatro veces la tela de los saris que visten las mujeres de la zona, estos científicos comprobaron que se logra formar un filtro con una malla adecuada para retener el plancton, microorganismos que flotan en aguas saladas o dulces y portan al vibrión como parte de su flora normal. Luego de que las habitantes comenzaran a usar este método para la filtración diaria del agua extraída de los pozos y ríos, los casos de cólera se redujeron a la mitad.
Para lograr este resultado, los investigadores entrenaron a las mujeres con el fin de que se convirtieran en multiplicadoras de los principales mensajes: por qué es buena la filtración, cómo debe hacerse y qué diferencia puede producir en la salud de los hijos. Si bien el proyecto terminó hace seis años, Colwell y su equipo regresaron tiempo después y comprobaron que un 75% de ellas aún filtraba el agua.
Durante la entrevista, la profesora también destacó que es necesario pensar en la disponibilidad del agua en cada ambiente y en las condiciones en que se accede a la misma. Mientras que en las grandes ciudades, la cloración y la seguridad del proceso de distribución contribuyeron a la prevención de muchas infecciones, para las comunidades que carecen de estos sistemas, la simple filtración resulta muy útil. Con los cambios climáticos, la aparición de nuevos agentes, los desastres naturales y la escasa inversión en saneamiento y salud en ciertos países y regiones, la amenaza del cólera se mantiene vigente.
Fuentes: Organización Mundial de la Salud, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU, Acta Médica Peruana.