El cansancio y la pérdida de energía forman parte de un conjunto de sensaciones que ponen en evidencia el desgaste que sufre la mente y el cuerpo, resultado de las múltiples acciones cotidianas y por el inevitable paso del tiempo. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en Latinoamérica entre dos y tres por ciento de la población de más de 40 años sufre síndrome de fatiga crónica; mientras que en Estados Unidos la cifra es de entre dos y tres millones.
Este padecimiento es en extremo incapacitante y puede presentarse como una de las secuelas del Long Covid. Incluso, luego de atravesar la infección por coronavirus, numerosos pacientes sufren el llamado síndrome de fatiga crónica (CFS), una condición poco conocida que no tiene un tratamiento aprobado por la FDA y que a menudo deja a las personas debilitadas de por vida.
Se trata de un trastorno complicado que se caracteriza por fatiga extrema que dura al menos seis meses y que no puede explicarse por completo por una afección médica subyacente. La fatiga empeora con la actividad física o mental, pero no mejora con el descanso. Quienes lo padecen se sienten abrumadoramente agotados mientras que la enfermedad se alarga durante meses e incluso años, quitando vitalidad fuerza y energía. Otros síntomas con frecuencia incluyen: dolor general, aun cuando la persona está acostada, mareos, cansancio mental, síntomas similares a la gripe, así como de infecciones frecuentes, dolores musculares y articulares, ansiedad, depresión, y una disminución de la libido. Con frecuencia, la enfermedad de fatiga crónica viene con una enfermedad similar a la gripe. Estas infecciones virales o bacterianas pueden inhibir el hipotálamo lo que desencadena en disfunción del sueño.
Sobre su tratamiento y prevención, Silvina Brienza médica clínica del Hospital Italiano (MN 102495) sostuvo que “Para prevenirla, una buena nutrición es clave. En especial, hay varias vitaminas, minerales y aminoácidos que lo son aún más para quienes sufren de fatiga crónica. En particular, las vitaminas C y D pueden ayudar a fortalecer el sistema inmunológico, mientras que las vitaminas del grupo B son especialmente importantes para ayudar a restaurar la energía que el cuerpo necesita para recuperarse. Para mejorar la calidad de vida de los pacientes, un buen suplemento multivitamínico puede ayudar a recargar los niveles de energía, junto con el tratamiento médico, terapias de apoyo y cambios de estilo de vida. Estos pequeños cambios pueden jugar un papel importante para ayudar a aliviar la fatiga y establecer el camino hacia la recuperación”, cerró la Dra. Brienza.
Todos necesitamos una suficiente cantidad de vitaminas y minerales de forma regular para mantenernos sanos y para producir energía en el cuerpo. Idealmente, una dieta equilibrada y completa debe cubrir el conjunto de las necesidades de nutrientes. Sin embargo, se hace difícil obtenerlos de la dieta por sí sola. Por eso, consultar al médico se vuelve imprescindible para que recete el suplemento vitamínico indicado para cada caso en particular.