El cáncer de mama es la causa más frecuente de muerte por cáncer a nivel mundial. En la Argentina se diagnostican 18.700 casos nuevos por años y se producen cerca de 5.600 muertes por año, la mayoría asociada a diagnósticos tardíos. Sin embargo, con detección temprana, la enfermedad tiene cerca del 90% de chances de curación.-
El doctor Martín Engel, perteneciente a la Sección de Patología Mamaria del Hospital Alemán, explicó que “las tasas de mortalidad más elevadas se dan entre los 50 y los 80 años” y recordó que se estima que “una de cada 8 mujeres desarrollará cáncer de mama en toda su vida y, aproximadamente, la mitad de estos casos pueden explicarse por la presencia de factores de riesgo específicos”.
La mayoría de los cánceres de mama son diagnosticados a partir de un hallazgo anormal en un estudio de control, como ecografía mamaria, mamografía o resonancia nuclear magnética. Sin embargo, algunos son detectados por la presencia de determinados hallazgos clínicos como pueden ser la palpación de nódulos o áreas hinchadas o abultadas, cambios en el aspecto de la piel (enrojecimiento, retracción) o la secreción sanguinolenta por el pezón-
Las herramientas disponibles en la actualidad para la prevención y el diagnóstico precoz de cáncer de mama son especialmente importantes para aquellas mujeres que presentan mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama y para las cuales el inicio temprano del tratamiento se traduce en una reducción de la mortalidad. “Por eso es importante estimar cuál es ese riesgo y de esa manera recomendar la modalidad y la frecuencia del control mamario, la necesidad de realizar estudios más dirigidos, como la determinación de mutaciones genéticas, así como para considerar la implementación de tratamiento preventivos o cirugías profilácticas (mastectomía reductora de riesgo), detalló Engel.
Categorías de riesgo
Existen categorías de riesgo que son definidas por la probabilidad de ser diagnosticadas con cáncer a lo largo de su vida y no por el riesgo de fallecer a causa de la enfermedad. Si bien no existe consenso ni estandarización respecto a los porcentajes exactos de riesgo de desarrollar cáncer para cada una de las categorías, en general se distribuyen en riesgo promedio (< 15%), riesgo moderado (15-20%) y riesgo alto (>20%).
La mayoría de las mujeres pueden categorizarse basándose en los antecedentes familiares y personales. Los principales factores utilizados son antecedentes personales de cáncer de mama o cáncer de ovario, antecedentes familiares de cáncer de mama o cáncer de ovario, predisposición genética (ser portadora de una mutación genética) y antecedente de radioterapia en el tórax entre los 10 y los 30 años.
Las mujeres que no presentan ninguno de estos factores son consideradas de riesgo promedio y engloba a la mayoría con un riesgo estimado de desarrollar cáncer del 12,4%. Por su parte, las mujeres con riesgo moderado son aquellas con historia familiar de cáncer de mama en parientes de primer y segundo grado materno o paterno. Este riesgo se modifica significativamente con el número de parientes afectados, siendo del doble en aquellas mujeres con un familiar de primera línea diagnosticado con esta enfermedad y de hasta tres veces mayor en mujeres con dos familiares de primera línea diagnosticados con cáncer de mama.
Asimismo, la edad del diagnóstico de cáncer de mama en el familiar de primer grado impacta de manera crucial en el riesgo, siendo tres veces mayor si el diagnóstico en el familiar de primer grado fue antes de los 30 años. Las mujeres que presentan alto riesgo son aquellas con antecedentes personales de cáncer de mama, antecedentes de radioterapia previa en la región torácica entre los 10 y 30 años de edad, así como la sospecha o confirmación de ser portadoras de una mutación genética.
Existen también otros factores de riesgo asociados al cáncer de mama. Por ejemplo, la edad, ya que el riesgo de cáncer de mama aumenta al tener más años, siendo de 1 en 53 en mujeres menores de 50 años y 1 en 14 en mujeres mayores de 70 años.
Asimismo, el sexo es determinante debido a que el cáncer de mama es 100 veces más frecuente en la mujer que en el hombre. La obesidad y el sedentarismo, el hecho de no tener hijos, presentar menarca temprana (primera menstruación), menopausia tardía y el uso de estrógenos exógenos también son factores de riesgo. Sin embargo, estos factores no son necesariamente incorporados en la evaluación inicial para determinar una categoría de riesgo y por ende una estrategia de control y seguimiento.
“Los distintos métodos imagenológicos tienen como objetivo principal la detección temprana de lesiones malignas iniciales. Cada uno presenta ventajas y desventajas y no son excluyentes sino convergentes, aumentado el porcentaje de diagnóstico de cáncer de mama siempre que sean solicitados por un especialista”, indicó Engel.
La mamografía es el principal método utilizado para la detección por ser el único estudio por imágenes que demostró una reducción en la mortalidad por cáncer de mama, pudiendo detectar lesiones malignas desde un año y medio hasta cuatro años antes de que una lesión sea clínicamente evidente. Sin embargo, es importante mencionar que un 15% de cánceres pueden pasar inadvertidos. La ecografía mamaria cumple el rol de acompañar a la mamografía, utilizándose para la evaluación de lesiones solidas o quísticas que no pueden ser evaluadas mediante la mamografía. Por eso es que se acostumbra a pedir una ecografía mamaria junto a una mamografía, especialmente en pacientes pre-menopáusicas, donde el tejido mamario es más glandular y por ende más denso.
La resonancia nuclear magnética es otro estudio imagenológico empleado para el diagnóstico y seguimiento del cáncer de mama, pero no debe emplearse como estudio control y se reserva para aquellas mujeres con alto riesgo genético (portadoras de mutación).