Cuando las uñas del pie se cortan demasiado cortas o los bordes quedan redondeados, la uña puede enroscarse hacia abajo y enterrarse en la piel. Para evitarlo, seguí los siguientes pasos:
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Sumergí por unos minutos el pie en agua caliente para ablandar las uñas.
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Usá un cortauñas o alicate limpio y afilado.
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Recortá las uñas del pie de manera recta.
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No redondees las esquinas ni las recortes demasiado.
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No hurgues ni desgarres las uñas.
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Siempre mantené los pies limpios y secos.
Tratar una uña encarnada en casa
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Colocá el pie en agua caliente varias veces al día. También podés sumergirlo en una infusión de tomillo. Esta planta medicinal ayuda a combatir las inflamaciones, las infecciones y a calmar el dolor. La proporción adecuada para prepararla es dos cucharadas de tomillo por cada taza de agua.
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Masajeá con suavidad la zona afectada, con la ayuda de un poco de aceite de oliva o de almendra. Se puede aplicar también una gota de aceite esencial de árbol de té (tea tree), que tiene propiedades antibióticas.
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Mojá un pequeño pedazo de algodón con algún antiséptico y colocalo debajo de la uña afectada.
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Si lo necesitás, cuando la uña esté reblandecida, cortala siguiendo las instrucciones arriba descriptas. Sin embargo, no trates de recortar la parte enterrada, ya que esto sólo empeorará el problema.
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Tratá de usar sandalias hasta que el problema haya desaparecido.
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Si la uña encarnada se pone peor, acudí al médico de cabecera, un especialista en pies (podólogo) o un especialista en piel (dermatólogo). En caso de infección, podrías necesitar antibióticos.
Otra solución
Si esta técnica no funciona, podés probar también con este antiguo remedio: Cortar un limón a la mitad y hacer un agujero en el centro de una de las partes; echarle un poco de sal marina e introducir el dedo afectado. Dejarlo durante 20 minutos, y repetir diariamente hasta que la uña encargada se cure. Tanto el limón como la sal actúan como desinfectantes y desinflamantes.