Hinchazón que comienza en el brazo o en la pierna; sensación de pesadez en alguno de esos miembros; molestias o dolor; tensión, brillo, calor o enrojecimiento de la piel. Todos estos son signos que puedan llamar la atención sobre el linfedema, una afección que aparece cuando los vasos linfáticos no son capaces de drenar de manera adecuada el líquido linfático, generalmente de un brazo o de una pierna.
Se trata, además, de una afección que puede agravarse ante factores que son frecuentes en estos tiempos en que muchos todavía no han retornado a su vida normal prepandemia, trabajan a distancia y aún no han retomado sus rutinas de actividad física. “El sedentarismo asociado al home office acrecienta el problema. Y el aumento de peso que también se genera agrava notablemente esta condición y deteriora al sistema linfático”, advirtió la Dra. Mabel Bussati (M.N. 57716), especialista en Flebología y Linfología y médica de planta honoraria del sector de Flebología y Linfología del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.
Síntomas de linfedema
Los síntomas del linfedema más frecuentes, que aparece en la pierna o brazo afectado, son: hinchazón de todo o parte del brazo o la pierna, incluso los dedos de los pies y de las manos; sensación de pesadez o rigidez; amplitud de movimiento limitada; dolor o molestia; infecciones recurrentes; y endurecimiento y engrosamiento de la piel.
Causas y tratamientos
En la mayoría de los casos, el linfedema es un trastorno que aparece en forma secundaria a otras afecciones que impactan sobre el correcto funcionamiento del sistema linfático, y que da como resultado la acumulación de líquido rico en proteínas en un área del cuerpo que ve aumentado su volumen. El sistema linfático es el encargado de mantener la circulación de la linfa por todo el organismo, recogiendo las bacterias, virus y desechos, y transportándolos hacia a los ganglios linfáticos, donde son filtrados por los linfocitos, para su posterior eliminación.
Aunque suele afectar los miembros superiores o inferiores, el linfedema también puede presentarse en el tronco, abdomen, cara y/o genitales. “Una vez instalado, su curso es lento y progresivo, es una afección crónica, que sin el tratamiento adecuado evoluciona a formas invalidantes y afecta la vida social, psicológica, laboral y familiar de quienes la padecen”, señaló la doctora Bussati.
Es fundamental tener presente que el linfedema no es un mero problema estético, sino una enfermedad crónica que puede afectar la calidad de vida de quien la padece. “Hay una alteración de la autoimagen de los pacientes, que no pueden por ejemplo vestirse de la misma forma, sienten pesadez y falta de movilidad. Esto provoca un cambio en el ritmo de vida familiar y cotidiana, generando estados de depresión y ansiedad en los pacientes. Esto sumado al aislamiento social, produce un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes con linfedema”, indicó la especialista.
En algunos casos, el linfedema incluso puede responder a factores hereditarios, manifestándose tanto en edad adulta como pediátrica. “A lo mejor es una predisposición que trajeron con el nacimiento y nunca se hizo visible hasta que llegó un momento en la vida en que, ya sea por una enfermedad determinada o por un traumatismo como una caída, se les empieza a inflamar y a hinchar una parte del cuerpo y ahí descubrimos que lo habían traído desde el nacimiento y que por una razón X se rompió el equilibrio y comenzó a manifestarse clínicamente”, explicó la doctora Bussati.
¿Se cura?
Como toda enfermedad crónica, el linfedema no tiene cura, pero sí tratamiento. “Existen diferentes tratamientos para el linfedema, con el objetivo de reducir el tamaño del miembro y del tejido afectado: la terapia médica de drenaje linfático manual; las comprensiones, que varían de acuerdo a la fase de la enfermedad; los ejercicios físicos para movilizar las zonas afectadas y, además, el tratamiento farmacológico, medicamentos que actúan a nivel de la microcirculación y son fundamentales para disminuir los síntomas” agregó.
Dentro de las distintas medidas que colaboran con el manejo de la enfermedad se cuentan el evitar el sedentarismo y el sobrepeso, masajear las piernas habitualmente, evitar fuentes de calor, utilizar ropa adecuada y zapatos de taco cómodo.