El insomnio es uno de los trastornos más comunes y que más complicaciones causa entre la población, sobre todo en los adultos. Se estima que entre un 25-35% de adultos sufre insomnio transitorio y entre el 10-15% lo padece de forma crónica. Durante este 2020
, estas cifras se han incrementado a causa de la incertidumbre provocada por la crisis de la Covid-19, según datos de un estudio elaborado por el Grupo de I+D en Economía de la Salud de la Universidad de Cantabria e IDIVAL (Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla). Esta investigación señala que hasta un 62% de la población tuvo problemas para conciliar el sueño durante el estado de alarma y que un 23% tomó medicación para dormir, mientras que un 16% optó por productos de herboristería.
La importancia de domir
Estas cifras son preocupantes desde el punto de vista de la salud pública, puesto que dormir es tan importante para estar sanos como la dieta o el ejercicio físico. Diversos estudios han relacionado una buena higiene del sueño con la mejora de la función cognitiva y la protección de la salud cardiovascular, así como con el buen funcionamiento del sistema inmune. El descanso afecta, además, a nuestro peso. “Cuando viene un paciente a mi consulta siempre pregunto cómo descansa, porque dormir poco tiene una estrecha relación con en sobrepeso”, explica la dietista-nutricionista Georgina Hernando. Esto se debe a que la falta de sueño “hace que disminuya la masa muscular, algo que no podemos permitirnos, puesto que es la que mantiene el metabolismo del cuerpo. Por otro lado, reduce la tolerancia a la glucosa, cosa que provoca menor sensación de saciedad y hace que entremos en un círculo vicioso de subidas y bajadas de energía”, continúa la experta, que concluye: “si queremos tener un peso saludable, dormir bien nos llevará al éxito”.
Alimentos que hay que evitar para el insomnio
Café y té: la cafeína activa el sistema nervioso central y por eso conviene evitarla unas horas antes de ir a dormir. Ocurre lo mismo con la teína, la guaranina (presente en el guaraná, muy popular en algunos países de Latinoamérica) o la mateína (que encontramos en el mate, típico de Argentina). Las bebidas energizantes y algunos refrescos también son ricos en cafeína.
Chocolate: La teobromina presente en el chocolate también puede afectar al sueño. Este compuesto químico natural perteneciente a la familia de las metilxantinas –junto con la cafeína– estimula el sistema nervioso y es el responsable de la sensación de placer que muchas personas experimentan al comer chocolate.
Alcohol: El alcohol tiene un doble efecto sobre nuestro descanso. Pese a que en un principio pueda provocar somnolencia, y por tanto hacer que nos durmamos más rápido, el sueño que se obtiene tras tomar alcohol no es en absoluto reparador, explica los expertos. Un estudio publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research, que se llevó a cabo con adultos de entre 18 y 21 años a los que se suministró alcohol o placebo antes de dormir, señala que aquellos que tomaron alcohol presentaron patrones de ondas de sueño más lentos y una mayor actividad de las ondas alfa y delta, lo que da lugar a un sueño interrumpido.
Sal: si tenemos problemas de insomnio, es mejor evitar los alimentos excesivamente salados, desde algunos quesos (lo mejor es escoger opciones bajas en sal) a snacks con sales añadidas y algunos precocinados. La sal no afecta directamente al sueño, pero sí que puede aumentar la sensación de sed, lo que puede hacer que tengamos que levantarnos a beber en medio de la noche y después nos cueste conciliar de nuevo el sueño.