Docsalud – Lo que necesita saber sobre salud

Las 11 claves para educar a los niños con paciencia y respeto

Cómo educar a los niños sin estrés (Foto: Pixabay)

Requiere mucho tiempo y paciencia para entender correctamente el comportamiento que tienen nuestros hijos, dar respuesta a todo aquello que necesitan. Dominar nuestra ira, nuestras reacciones desequilibradas, nuestro mal humor ligado al cansancio y al estrés. Saber acompañar las emociones de forma empática, mostrarnos disponibles, ofrecer la mejor versión que podemos ser a nuestros hijos. Vivimos a toda velocidad con poco tiempo para educar con serenidad. Educamos desde la impaciencia, las prisas y el estrés que nos produce el ritmo de vida que llevamos. No tenemos tiempo para escuchar, para hablar con tranquilidad, para mirar a los ojos y compartir momentos de forma distendida, para jugar sin mirar el reloj.

Hemos normalizado los gritos, las faltas de respeto, las amenazas y los caprichos que hacen mucho daño a los más chicos. Que en casa haya siempre un ambiente hostil con palabras fuera de tono, con conflictos que se entrelazan, con problemas por resolver. Que utilicemos el castigo para que nos hagan caso, para que cumplan las normas o se responsabilicen de las tareas. Educamos sin encontrar el equilibrio entre la permisividad y la sobreprotección, en función de nuestro estado de ánimo, utilizando premios o castigos que solo consiguen confundir más a nuestros hijos. Elogiando en exceso o exigiendo sin medida, contradiciendo a menudo nuestras palabras con nuestras acciones. Perdiendo los nervios y el control con facilidad convirtiéndonos en el peor ejemplo que nuestros hijos pueden tener. Mostrando falta de coherencia y de constancia en nuestro acompañamiento y no cumpliendo lo que prometemos.

Aunque es muy difícil lograrlo, sería mucho más fácil si fuésemos capaces de educar desde la calma y el respeto. Con un modelo educativo que acompañe el desarrollo y crecimiento de nuestros hijos desde el respeto mutuo, el amor incondicional, la empatía y la comprensión. Desde la conexión, la mirada cómplice y el entendimiento mutuo.

Una educación sin expectativas que no promueva juicios de valor que dañen la autoestima

Hay que ser adultos que cuiden y protejan, que sean amables y firmes al mismo tiempo. Que sepan valorar el esfuerzo, que empoderen con palabras que alienten, que quieran sin condición. Que estén disponibles, que se muestren cercanos, que recuerden y entiendan que es muy difícil hacerse mayor. Capaces de ofrecer un acompañamiento emocional que conecte y valide todas las emociones, que sintonice con las necesidades que van surgiendo a medida que nuestros hijos crecen.

Una educación sin expectativas que no promueva juicios de valor que dañen la autoestima. Que sea capaz de hacerles sentir valiosos, queridos y especiales. Que les anime a ser valientes, a trabajar por todo aquello que se propongan, a aceptar el error como parte imprescindible del aprendizaje. Educar en positivo nada tiene que ver con educar desde la permisividad o sin normas. Dejándoles hacer lo que quieran en cada momento o solucionándoles los problemas. Significa acompañar desde el orden y la disciplina, estableciendo límites y normas que protejan, que les responsabilicen de sus decisiones, que les ayuden a entender el mundo tan cambiante en el que vivimos. Que les hagan sentirse protagonistas y responsables de sus propias vidas.

 

¿Cómo podemos educar con serenidad? 

 

Recordemos siempre que ser papá o mamá es el único oficio del mundo que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera. Una carrera llena de obstáculos y muchos aprendizajes por realizar. Así que seamos pacientes, ofrezcamos nuestro amor de forma incondicional, eduquemos con firmeza y amabilidad y disfrutemos de ver a nuestros hijos crecer felices y libres con calma.

 

Salir de la versión móvil