Menos de 200 casos de meningitis por neumococo o meningococo se registran al año en la Argentina, precisó la jefa de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, Angela Gentile, quien aseguró que el país «tiene uno de los calendarios de vacunación más completos del mundo» y que en los últimos años «gracias a las vacunas hubo grandes avances en la prevención» de esa enfermedad.
«La historia de las meningitis cambió totalmente con la introducción de las vacunas. La última de ellas se incorporó a fines de enero de este año al calendario nacional y eso hace que estemos cada vez más protegidos», dijo a Télam la también consultora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) con motivo del Día Mundial de la enfermedad, que se conmemora cada 24 de abril.
La especialista recordó que la primer vacuna contra la bacteria «Haemophilus influenzae tipo b (Hib)», causante de meningitis, otitis y neumonía, se introdujo al calendario en 1998 y «logró reducir la cantidad de casos anuales de 500 a 20».
«En este momento ese es un germen que prácticamente no genera casos en nuestros hospitales, pero se necesita completar la cantidad de dosis, que son tres: dos se reciben antes del primer año y luego hay que aplicar un refuerzo a los 18 meses», enfatizó.
La también miembro de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain) agregó que hay «otros dos gérmenes causantes de meningitis: el neumococo y el meningococo».
«La vacuna contra neumococo ingresó al calendario en 2012 y también consta de tres dosis. Con su incorporación tuvimos nuevamente un descenso de casi el 60% en los casos de meningitis y neumonía», destacó.
Con respecto a la nueva vacuna que acaba de incorporarse al calendario nacional, Gentile detalló que se aplica en tres dosis y que «también se aplica a niños de 11 años, para bajar la colonización».
«Sucede que a esos niños el meningococo no les causa enfermedad pero a veces lo portan de manera pasiva, por lo que pueden transmitirlo a chicos más chiquitos», explicó.
Y continuó: «La argentina tiene un calendario excelente, al nivel de los de los países más desarrollados. Estamos teniendo en neumococo menos de 50 casos de meningitis al año y en meningococo menos de 150, y esperamos que con la nueva vacuna también disminuyan drásticamente, como sucedió en los casos anteriores».
«Hay que concientizar a la gente para que cumpla con las tres dosis de vacunación, porque las tasas de las vacunas de refuerzo llegan al 80 por ciento. Por lo tanto, necesitamos mejorar las coberturas y no perder oportunidades de vacunar», completó.
La meningitis meningocócica es una infección bacteriana grave de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. Puede causar importantes daños cerebrales y es mortal en el 50 por ciento de los casos no tratados.
La bacteria se transmite de persona a persona a través de gotitas de secreciones respiratorias o de la garganta. La propagación de la enfermedad se ve facilitada por el contacto estrecho y prolongado a través de besos, estornudos, tos, dormitorios colectivos, vajillas y cubiertos compartidos con una persona infectada.
El periodo de incubación medio es de cuatro días, pero puede oscilar entre dos y 10 días. Incluso cuando se diagnostica tempranamente y se recibe tratamiento adecuado, entre un cinco y un diez por ciento de los pacientes muere, generalmente en las primeras 24 ó 48 horas tras la aparición de los síntomas.
La enfermedad puede además dejar secuelas neurológicas irreversibles, como pérdida de la audición, discapacidad neurológica o amputaciones.
«La mayoría de los casos de meningitis por meningococo ocurre en personas sanas, sin ningún tipo de advertencia. Los síntomas más usuales son vómitos, sensibilidad a la luz, fiebre alta, cefalea, rigidez en la nuca y un estado de confusión. También existe una forma menos frecuente de la enfermedad llamada ‘septicemia meningocócica’, caracterizada por una erupción cutánea hemorrágica y colapso circulatorio rápido», apuntó por su parte Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica.
Para Debbag, «el hecho de favorecer el acceso a la vacuna constituye una forma de igualdad en la salud».
«Una vacuna segura y efectiva que aplica perfectamente a los serotipos circulantes en nuestra población, es la medida de control más adecuada de prevención. La vacuna apunta no sólo a la protección directa de quien la recibe, sino también a la protección indirecta por el llamado ‘efecto rebaño’, que genera una disminución en la trasmisión de la bacteria», completó.