Volvemos de vacaciones y automáticamente nos sentimos agredidos por los ruidos, el tránsito, los subtes llenos de gente, la exigencia y los temas pendientes. En cuanto al trabajo, la relación que se tiene con su ocupación, o con su jefe o en la oficina, puede contribuir a esta sensación. Pero, ¿qué hacer para no estresarse de inmediato?
Es importante arrancar el año renovando la esperanza a pesar de la incertidumbre, la inseguridad y la falta de confianza, más allá de que las personas están con cierta «ansiedad» y malestar respecto del futuro, o miedo al porvenir en relación al empleo, el dinero, las obligaciones y el hecho de poder mantener la calidad de vida y el valor adquisitivo del salario.
Para prevenir el estrés, lo ideal sería retomar las actividades lenta y progresivamente, tomarse el tiempo para organizarse, conciliar nuevos intereses, proyectos y propuestas, como por ejemplo encarar una dieta, gimnasia. En síntesis se debe recomenzar, pero sin exigirse «llenar la agenda» de inmediato, para no caer en el distrés.
Es un buen momento para generar cambios de hábito y costumbres y utilizar el tiempo libre para descansar, renovarse y disfrutar. También para cambiar hábitos y desenchufarse de tanta tecnología, las obligaciones y los temas pendientes. Es cierto que en la actualidad es un gran desafío alejarse un poco de internet y los celulares, más allá de que permitan estar siempre conectado no sólo con las obligaciones, sino también con los amigos y el entretenimiento.
Se debe tener en cuenta que las vacaciones fueron un buen momento de «encuentro» con la pareja y los hijos, situación que no es frecuente durante el año salvo los fines de semana, ya que es difícil conciliar este tiempo en común con todos sin que surjan roces.
Al volver y retomar la rutina, es posible estar en un estado de relax, de «slowdown». Ante este escenario, es importante tener en cuenta que cuesta adaptarse a los ritmos y los horarios: suele haber irritabilidad, ansiedad, desgano, tristeza, trastornos del sueño y somatizaciones varias en este tiempo.
Sin embargo también pueden surgir nuevas ideas para el «ocio creativo» y proyectos nuevos. Es importante no perderlos, así como la capacidad de juego y diversión, la relación más distendida y diferente con los afectos y la sexualidad.
A veces vemos angustia y frustración en aquellos que esperaban demasiado de las vacaciones. Pero cabe recordar que el bienestar es un fenómeno interno que no depende del todo de estímulos externos. En síntesis, si la persona no puede lidiar sola con el distrés se debe consultar para evitar mayor frustración.
*La Dra. Laura Orsi es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).