La frase “lo hago por mis hijos” suele convertirse en una de las más utilizadas por los padres separados o divorciados en época de fiestas y vacaciones, cuando deben organizar la tenencia de los niños y surgen disputas en el mientras tanto.
Al respecto la licenciada Sonia Kleiman, Directora de la Maestría en Vínculos y Familias dictada en el Instituto Universitario Hospital Italiano (IUHI) indicó que la problemática se intensifica durante estas fechas.
En muchos casos, al producirse la situación de desvinculación de una pareja con hijos, los padres suelen sentir angustia y tristeza, pero predomina un estado de rabia, revancha y desilusión porque se desarmó una especie de proyecto socialmente valorado en algún momento, que era la familia tipo.
“Si hay algo que necesitan los hijos es cierto grado de coherencia, cariño, protección”, explicó Kleiman y agregó que “creyendo que se los están protegiendo, los ponen en la primera línea de fuego”.
“Nosotros notamos que eso los afecta, porque tienen que tomar partido, hacer declaraciones o pensar mal del otro padre, cuando en realidad están en un momento en el que podrían requerir de una manera diferente de cada uno”, agregó.
Kleiman indicó que en ese momento se pone en juego socialmente lo relacionado con lo familiar, entonces existe una especie de tironeo, donde se ve más la idea de propiedad que lo amoroso, lo afectivo o la posibilidad de rearmar situaciones”.
“Muchas veces, no tienen en cuenta qué es lo que los hijos desean, cómo lo pueden armar, cómo lo podrían pasar de la mejor manera posible, y siempre hay un mar de fondo de culpabilización y de acusación que desvirtúa todo esto”, destacó
En estos casos, la zona de reconocimiento y valoración de dos personas que en algún momento estuvieron juntas y tuvieron un hijo se desvirtúa con las peleas. Según Kleiman, cuando llega el momento de tomar decisiones,” ya no tiene nada que ver con un viaje o con la posibilidad de disfrutar, sino que comienza la disputa: no se firman los permisos o piden otras cosas a cambio, entonces se transforma en una especie de cambio de figuritas que generalmente es arrasadora para los hijos”.
Cómo afecta a los chicos
Es un error pensar que si las disputas surgen en un ámbito privado, lejos de los hijos, ellos no sufren. Según Kleiman, los chicos sienten, perciben, notan la tensión y hasta la rabia en las caras de sus padres, haciendo que ellos tengan que tomar partido, se sientan mal o culpables por ver a un padre victimizado y no poder hacer nada.
“De alguna manera, los chicos tienen que usar muchos recursos emocionales que podrían estar usando para otras cosas, porque deben aprender a maniobrar con estas cuestiones y sus padres, entonces es como que de alguna manera tienen limitada su vida emocional y lúdica”, explicó Kleiman.
Otro error a considerar, es que a veces los padres sienten que la separación los puede afectar. Sin embargo, una desvinculación bien tratada no tiene por qué interferir en el crecimiento del niño. “La afectación es lo importante”, concluyó Kleiman.