Cuando llega el momento de hablar de sexualidad con tu hija (o hijo, según el caso), no se suele saber por dónde empezar, ni tampoco cuándo. Incluso llegás a pensar en construir el momento, sentarla a la mesa y abordar este tema de forma solemne.
Sin embargo, para la sexóloga y terapeuta de pareja, Marina Castro, “el tema de la sexualidad no debe formar parte de ninguna sentada”. En declaraciones al diario La Vanguardia, señaló que continuamente estamos rodeados de sexualidad, un anuncio de televisión, en las noticias, una serie. Por eso, más que sentarse a la mesa para una conversación formal, hay que aprovechar los momentos espontáneos y aportar los conocimientos.
Aquí unas simples pautas para abordar la sexualidad en todas las edades.
De 0 a 3 años
En esta etapa, la nena experimenta el “cómo soy yo” y “cómo funciono”. Por ende, ya se pueden empezar a explicar algunas cosas. Lo que cambian, son los detalles.
La niña empieza también a descubrir y a tocarse los genitales. Así que podemos ir nombrándolos todos: labios externos, internos, el clítoris como un botoncito de las cosquillas. Y es que, aunque no lo parezca, también se puede hacer educación sexual en niñas de menos de 1 año.
Acompañar la explicación de los genitales con alguna ilustración puede ser más dinámico. Lo sabe bien la dibujante Cristina Torrón, quien tras ser madre, experimentó en su propia piel que tenía que dar explicaciones a sus hijos y con sus dibujos, se ayudó para explicar aquello que le costaba más. Entonces, optó por publicarlos para ayudar a otros padres en la tarea. En sus viñetas, hay vulvas con ojos y boca, espéculos personificados, bombachas menstruales que hablan y explican para qué sirven.
“Las madres necesitamos herramientas para los hijos porque de golpe hacen preguntas y te agarran desprevenida. Con los dibujos y un vocabulario fresco, es más divertido”, indicó Torrón, creadora del proyecto Menstruita, una herramienta digital para hablar con fundamento con las niñas y adolescentes sobre temas como la sexualidad, la menstruación o el feminismo.
De 3 a 6 años
La nena experimenta entre los 3 y 6 años “el cómo soy yo”, “si soy nena o soy nene” y los identifica: ‘”esto es un niño y esto una niña”. Es importante, según los especialistas, definirle en esta fase los conceptos de niño y niña. “Pero hay que flexibilizar respecto al género. No todo el mundo tiene los genitales definidos, existe la intersexualidad, y hay que ampliar el concepto en referencia también a las personas que no son cisgénero (individuos cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual), es decir, a las transexualidades”, puntualiza Castro.
En esta etapa, se pueden dar situaciones como que te encuentres orinando y ella pone la cabeza en medio de tus piernas. Ahí Castro sugiere “aprovechar para explicarle que mamá tiene pelo porque es una persona más mayor y que las niñas tienen tres agujeros: uno para pipí, otro donde salen los bebés y un tercero para la caca; si no, a veces, luego hay chicas que usan tampones preguntan si pueden orinar con el tampón puesto”.
“Desde bien pequeños se puede hablar de los genitales externos con naturalidad: la vulva, el pene… Y a medida que las niñas se hacen mayores se puede hablar del embarazo y de las diferencias del cuerpo. También de los cambios de la pubertad antes de que se produzcan, como del crecimiento de las mamas, de la vulva, de los testículos y el pene, la salida de pelo en las axilas y el pubis, crecimiento en peso y altura y cambios den la voz y el olor corporal, el crecimiento corporal en general”, comentó Núria Parera, ginecóloga y jefe de la Unidad de Ginecología de la Infancia y Adolescencia de Dexeus Dona, en declaraciones a La Vanguardia.
En esta fase, no hay que olvidarse de tratar el abuso: dejar claro que nadie ha de tocar su vulva porque es una cosa íntima y nadie que ella no quiera, o nadie mayor que ella debe hacerlo. Esa premisa le servirá para siempre. Con esto no sólo hace prevención en la educación sexual infantil sino también se asientan las bases de una manera de funcionar de cara a la etapa adulta. También es importante dejarles claro ideas como: “Si yo quiero dar un beso pero tú no quieres, pues no lo doy. Hacerles ver que tienen derecho a decir que no, que es su cuerpo, que no lo han de tocar si ellos no quieren, hay que proteger a la víctima y que aprendan a respetar los límites. Tenemos que educar también para evitar que el menor se convierta en un agresor”, insiste Castro.
Ya a una temprana edad, además, se les pueden ir introduciendo los cambios por los que pasa el cuerpo, no esperar a que venga la menstruación para explicarla.
A la vez, una opción de fomentar la educación sexual es comprar un libro y dejarlo en un lugar accesible. Cuando tu hija tenga la inquietud, lo tomará de la estantería. Eso sí, libros didácticos, que puedan mirar y curiosear. Y que resuelvan dudas. En la computadora se puede tener un espacio donde guardar las páginas interesantes.
Es importante reconocer que los padres no siempre tienen todas las respuestas, y no siempre tienen que mostrarse cómodos con el tema. “El primer paso para educar en la sexualidad es crear con tu hija o hijo una relación de confianza y seguridad. Es importante que sienta que puede hablar, dudar y preguntar libremente sobre cualquier tema sexo-afectivo. Se trata de crear una relación donde, a pesar de la incomodidad, podamos hablar de ello y transformar estos momentos incómodos en momentos claves para hablar de los temas que realmente les preocupan o no tienen claros a nivel sexual. En definitiva, transformarlos en momentos para educar y no solo para informar”, precisa Laura Galimberti, psicóloga, psicoterapeuta, sexóloga y terapeuta de pareja.
Otro consejo es no olvidarse del espejo, una herramienta fundamental para mirar la vulva, según los especialistas. Aunque esta práctica pueda sonar extraña para alguien, Castro aclara, que es “igual como si hiciéramos un repaso a la boca, porque los niños no tienen prejuicios, los prejuicios son nuestra mochila, no la de los niños”.
“A los niños les es igual una vulva que una boca, no hay diferencia. La diferencia surge si una cosa la puedes explorar y la otra no. Si ella nunca se la ha podido mirar y tocar, a lo mejor pensará que es porque es mala, fea y sucia. Somos los mayores quienes tenemos los tabúes. A los niños les explicas algo y lo entienden”, subrayó.
De 6 a 8 años
A partir de 6 años, la niña se pregunta “de dónde salí” y “los bebés de dónde salen”. No les basta con decir que salieron de la panza de la mamá, sino que también se preguntan cómo crecieron adentro y cómo salieron de allí. Como padres hay que explicar la reproducción, pero no simplemente como tal, sino también todo aquello que hace referencia a la comunicación, al afecto y el hecho de hacer el amor como algo lúdico y placentero.
“El sexo es mucho más que un simple acto que sirve para reproducirse o un acto lúdico. El sexo para empezar es placer. Los seres humanos somos seres sexuados desde el momento en que nacemos hasta el último día de nuestra vida. La sexualidad no empieza con la pubertad o en una etapa concreta de nuestra vida. La sexualidad y el placer nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida. La diferencia está en la manera en que expresamos nuestra sexualidad y afectividad en función de nuestra edad y madurez emocional y afectiva”, resaltó Galimberti.
Otra cosa, según añade esta es la sexualidad adulta, es decir, las relaciones sexo-afectivas que mantienen dos o más personas adultas. “En este apartado entraría el aspecto de la reproducción, el aspecto lúdico, la genitalidad y no genitalidad de la sexualidad, y también todo lo que tiene que ver con educar en la diversidad, en la afectividad y en el respeto de uno mismo y del otro”.
A esta edad, las nenas viven una evolución de su curiosidad. Por lo tanto, es un buen momento para hablar de la intimidad y del secreto que rodea el tema de los abusos. “Hay tres claves importantes: los genitales no te los puede tocar nadie que sea mayor, o más pequeño si tú no quieres. Sólo me los toco yo para divertirme y los adultos no me pueden tocar. En segundo lugar, tengo derecho a decir no bien fuerte cuando no quiero que alguien me toque o me haga algo, y he de respetar los no de los otros. Si alguien algún día te toca ahí, es esa persona quien lo está haciendo mal. Y en tercer lugar, si te dicen que hay que guardar el secreto has de saber que un secreto te tiene que hacer sentir bien y feliz, si te hace sentir mal siempre lo tienes que explicar. Y explicarlo a la madre y a la maestra, a dos personas, porque la gente no siempre sabe reaccionar “, precisa Castro.
En esta etapa también tendrían cabida, por ejemplo, abordar más a fondo temas como la masturbación, la atracción sexual y las relaciones sexuales entre personas. “Como un aspecto fundamental de nuestras vidas. Cada persona puede ser diferente y se tienen que respetar estas diferencias. Hay que hablar de las cosas buenas de la sexualidad: la estima, el placer, la posibilidad de compartir la sexualidad con otras personas, el amor, la posibilidad de tener hijos… Y también de las cosas malas: las infecciones de transmisión sexual, los embarazos no deseados, el abuso o sexual, así como la prevención de infecciones de transmisión sexual y de métodos anticonceptivos en función de la edad”, precisa Parera. Según esta ginecóloga, “lo más importante es la propia persona, y que se han de respetar sus ideas y deseos, y que nunca se haga daño al otro, tal como no queremos que nos hagan daño a nosotros”.
También se puede ahondar en la reproducción, según Castro: “El semen no podía entrar en el cuerpo de mamá, o bien a mamá algo no le funcionaba bien, y hoy día hay médicos que nos ayudan a hacer un tratamiento. Mamá necesitó ayuda porqué tenía muchas ganas de tenerte”, expone esta sexóloga. Pero cuando tu hija tenga ya 10 años, querrá saber más: ‘qué tipo de ayuda tuviste mamá’ o ‘cuántos éramos’, o ‘porque me escogieron a mi’ y ‘qué habría pasado si hubieran nacido los otros en vez de yo’
A partir de los 12 años
A esta edad las niñas comienzan con sus primeros enamoramientos. Es época de importantes cambios. “Hay que decirles que si algún día tienen algún problema, el que sea, porque en algún momento u otro seguro que algo no irá bien, cuando esto ocurra, no se preocupen, que no pasa nada. Decirles que te avisen: Si estás embarazada o no te baja la menstruación, que te avisen y miramos cómo lo podemos solucionar juntas. Que no la regañarás”, apunta Castro.
Se les debe transmitir que, si alguien se equivoca, es importante explicarlo rápido. “Para solucionar de forma rápida cualquier problema que haya”, propone. También, si alguien abusa de ellas alguna vez, que lo expliquen en seguida. “Que no se duchen y que les acompañaremos a un hospital”, insiste esta sexóloga.
Si esperás a que tengan 17 años para hablar de todo esto, llegarás tarde. Todo lo que hay que tratar se tiene que debatir entre los 12 y los 13 años, según los profesionales. El motivo es porque después están en otro estadio y ya no quieren discutir y hablar de ello con sus padres, sino con sus iguales, que son los que les interesan.
Y otro pequeño gran detalle: tener en cuenta de que a muchas, más allá de la menarquía (la aparición de la primera regla), la menstruación o las relaciones sexuales, nos habría ido bien saber que el amor no significa ceder siempre y que por encima de todo tenés que quererte a vos. “
*Extractos del artículo originalmente publicado por Bárbara Julbe en La Vanguardia