Comienzan los tiempos de las vacaciones de verano en los que suele haber mayor exposición al sol y resulta importante tomar precauciones con respecto al cuidado de la piel, especialmente en bebés, niños y adolescentes. Por ello, es necesario tener conocimiento sobre cuáles son los mejores métodos para cuidar a los más chicos y cuáles son los que debemos evitar.
“La radiación ultravioleta (UV) es una parte de la luz solar que llega a la superficie terrestre. La radiación UV tipo A es la que se relaciona con el fotoenvejecimiento (arrugas, manchas en la piel) y la UV tipo B es responsable del enrojecimiento, las quemaduras solares y el cáncer de piel. La existencia de la capa de ozono en la atmósfera es fundamental, ya que filtra gran porcentaje de la radiación UVB y en menor medida la UVA”, explica María Gabriela Gandolfi, Jefa Interina de Consultorios Externos de Pediatría del Hospital de Clínicas.
En cuanto al daño que produce la radiación UV en la piel, advierte que es “acumulativo e irreversible” y que por eso resulta fundamental la fotoprotección en niños y adolescentes. “Se estima que una persona de 60 años, recibió en los primeros 20 años de su vida un porcentaje importante, 40 a 50%, de la dosis acumulativa de radiación UV”, agrega.
En este sentido, la profesional destaca que utilizar medidas de protección solar en el paciente pediátrico evitaría un gran porcentaje de problemas cutáneos en la adultez, entre los más importantes el cáncer de piel. “Debido a que los niños realizan múltiples actividades al aire libre, sin duda la medida más importante a tener en cuenta es evitar que estén expuestos al sol, pero si lo están no deben hacerlo entre las 11 y las 16 horas”, precisa Gandolfi.
A su vez, subraya que los lactantes menores de 6 meses nunca deben estar expuestos directamente a la luz solar, y si están al aire libre se los debe ubicar a la sombra y en un lugar fresco. Además, cuando los niños están al sol deben tener colocados una remera preferentemente de color oscuro, un gorro o sombrero de ala ancha para cubrir cara, orejas y gran parte del cuello y en lo posible anteojos de sol con filtro solar para proteger los ojos y zonas perioculares. “En verano también es fundamental que los niños estén bien hidratados, hay que hacerles beber abundante agua durante el día y aumentar la frecuencia de las tomas de pecho en bebés amamantados, así como también colocarles diariamente crema hidratante sobre la piel”, añade la especialista.
Respecto a los protectores solares, señala: “Deben usarse a partir de los 6 meses, aplicarse de manera uniforme y generosa antes de exponerse al sol (15 a 30 minutos) y cada 2 horas mientras dure la exposición solar, o antes si hubo inmersión en agua, sudoración excesiva o frotamiento de la piel con una toalla”.
Sin embargo, también suele surgir la duda sobre qué tipos de protectores solares son los recomendables. “Los protectores solares son compuestos que disminuyen la radiación UV, dispersándola y/o absorbiéndola en la superficie de la piel. Existen dos tipos: Los físicos o inorgánicos que actúan como una barrera que refleja y dispersa la radiación UV y los químicos u orgánicos que actúan absorbiendo la radiación UV. Cualquiera que se use, debe ser de fácil aplicación, amplio espectro de absorción UV, no irritante y cosméticamente agradable”, afirma.
El FPS evidencia la eficacia de un protector solar en cuanto a grado de protección que ofrece. Existen compuestos con protección baja (FPS 2 a 15), media (FPS 15 a 30), alta (FPS 30 a 50) y muy alta (FPS > 50). “En el paciente pediátrico los fotoprotectores deben tener un FPS alto, ser de amplio espectro para rayos UVA y UVB como también resistentes al agua”, sostiene la experta.
Ahora bien, ¿Qué podemos hacer frente a la quemadura solar de un niño? “Lo primero es evaluar la gravedad de la misma. Las quemaduras solares leves se presentan luego de unas horas de la exposición solar y se caracterizan por enrojecimiento, aumento de temperatura y picazón en esa zona de la piel. Lo que se debe realizar es refrescar la piel mojando la zona con agua fría o con una compresa húmeda y más tarde se colocará una loción hidratante para que la piel se empiece a recuperar”.
También remarca que mientras persista la quemadura, se debe evitar completamente la exposición al sol. Además, si la quemadura ocupa gran parte de la superficie cutánea o si el niño presenta náuseas, vómitos, fiebre o mareos, debemos consultar lo antes posible al pediatra o a la guardia médica.
Por último, plantea que la estrategia más importante para lograr una adecuada fotoprotección en los niños, es modificar las conductas relacionadas con la exposición al sol. “Para eso debemos comprometer a la sociedad, en particular a los profesionales de la salud, familias y escuelas en la realización de campañas y prácticas educativas con esta finalidad”, concluye.
Mitos y verdades sobre la exposición solar
¿Las sombrillas ofrecen buena protección?
No, no todas están confeccionadas con la misma tela en cuanto a grosor, tramado y color. Cuanto más delgada sea la tela y sus fibras se encuentren más separadas, mayor será la cantidad de rayos que la atraviesen.
¿La piel morena está más protegida?
No, las pieles oscuras no escapan a las recomendaciones de fotoprotección, deben cumplir los mismos cuidados que las pieles claras.
¿El cielo nublado nos protege de las radiaciones UV?
No, los rayos UVA y UVB, llegan a la superficie terrestre sin importar la cantidad de nubes en el cielo. En días nublados deben mantenerse los mismos cuidados físicos y las medidas de fotoprotección.
¿El daño solar solo se produce por exposición directa?
No. La exposición indirecta causa los mismos efectos nocivos, ya que los rayos UV se reflejan en distintas superficies como la nieve que refleja aproximadamente un 85% de la luz que le llega, y el agua o la arena que reflejan un 20%. En cuanto a los vidrios de las ventanas, se sabe que filtran las radiaciones UVB pero no las UVA, que son las que tienen mayor longitud de onda y por eso penetran más las superficies.
¿Debo utilizar protección si voy de vacaciones a la montaña?
Si, el riesgo de quemaduras solares aumenta con la altura, por lo tanto deben cumplirse las mismas medidas aumentando la frecuencia de recolocación del fotoprotector.