Una nueva investigación está desafiando la teoría médica previa de que las personas con «forma de manzana» que portan más grasa alrededor de la cintura corren mayor riesgo de infarto y accidente cerebrovascular que aquellas con «forma de pera», con más grasa en la cadera.
Un estudio sobre 220.000 personas confirmó que ser obeso -es decir tener un índice de masa corporal o IMC de 30 o más- es el principal factor de riesgo cardíaco, aunque reveló que la distribución de la grasa en el cuerpo no tiene impacto sobre ese riesgo.
«Más allá de cómo se mida, ser obeso es malo para el corazón. Este estudio sugiere que medir la cintura no es mejor que calcular el IMC», dijo Mike Knapton, director médico asociado de la entidad benéfica British Heart Foundation (Fundación Británica del Corazón), que financió parcialmente el estudio.
El IMC es ampliamente usado por los investigadores y médicos para determinar los riesgos de salud de una persona. Se calcula dividiendo el peso en kilogramos por la altura en metros al cuadrado. Una persona que mide 1,65 centímetros es calificada con sobrepeso con 68 kilos, cuando su IMC alcanza los 25 puntos y llega a la obesidad a los 82 kilos.
Según los investigadores, que publicaron sus hallazgos en la revista médica The Lancet, estudios previos sugirieron que las personas con «obesidad central» -descripta como «forma de manzana»- corren un riesgo tres veces mayor de ataque cardíaco que aquellas con obesidad general según medición del IMC. Sin embargo, otros expertos cuestionaron esos hallazgos, por lo que un amplio grupo de científicos internacionales intentó esclarecer el tema.
Los resultados de este consorcio internacional de científicos sugieren que mientras que controlar el peso y los niveles de grasa sería importante para tratar de hacer que las personas cambien su estilo de vida, los mejores vaticinadores de riesgo cardíaco futuro son las mediciones de la presión arterial, el colesterol y los antecedentes de diabetes.
Este nuevo estudio incluyó datos de peso, cadera, cintura, presión sanguínea, colesterol y otros puntos clave de más de 220.000 adultos, los cuales no tenían antecedentes previos de enfermedad cardíaca. Se los siguió durante una década.
En ese lapso, alrededor de 14.000 sufrieron infartos o accidentes cerebrovasculares (ACV).
John Danesh, de la Cambridge University en Gran Bretaña, que fue uno de los casi 200 científicos de 17 países que trabajaron en el estudio, dijo que los hallazgos mostraron «básicamente que todos los tipos de obesidad son igualmente malos» cuando se trata de la salud cardíaca.
Danesh señaló que los resultados deberían ayudar a guiar la práctica médica en todo el mundo, dado que actualmente los lineamientos nacionales e internacionales brindan diferentes recomendaciones sobre el valor de evaluar los niveles de sobrepeso para predecir el riesgo cardíaco a futuro.
La obesidad se volvió una epidemia global. Más de 500 millones de personas, o uno de cada 10 adultos de todo el mundo, es considerado actualmente obeso, es decir más del doble que en 1980.
Las enfermedades cardiovasculares -que pueden generar ataques cardíacos, ACV y otros episodios fatales- son la principal causa de muerte a nivel mundial, con 17,1 millón de decesos anuales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).