Distintos tipos de infecciones pueden adquirirse, directa o indirectamente, a través de la práctica del deporte. Algunas se relacionan con la actividad deportiva en sí; otras, en cambio, están asociadas a hechos vinculados, como el uso de vestuarios, los viajes y la utilización del tiempo libre.
Las más frecuentes son consecuencia de heridas, lesiones o traumatismos. La causa mayor de golpes no fatales es la actividad deportiva. En los Estados Unidos, por ejemplo, se atiende aproximadamente un millón y medio de casos por año en las guardias y centros de emergencia.
Muchos de los traumatismos producen fracturas o heridas que pueden infectarse. Las bacterias, como los estreptococos y los estafilococos, causan la mayoría de las infecciones y, en casos excepcionales, puede aparecer tétanos dado que los campos deportivos están contaminados con esporos de Clostridium tetani.
Para evitar este tipo de complicaciones, es imprescindible lavar profusa y adecuadamente las heridas, utilizar antibióticos como profilaxis, y revisar las inmunizaciones contra el tétanos. Si no se hubiera recibido la vacuna en los últimos diez años, debe aplicarse rápidamente una dosis de refuerzo.
Cuando el traumatismo se acompaña de sangrados importantes, además del rápido lavado, se debe tener en cuenta la situación de la persona afectada, por el riesgo de contagio del VIH o la hepatitis B. Si bien la transmisión de estos virus es excepcional, puede ser necesaria la profilaxis con medicamentos, en caso del VIH, y la vacuna para la hepatitis B, si el afectado es positivo.
En el deporte o la recreación en el agua, las infecciones asociadas son la conjuntivitis, la otitis externa y la gastroenteritis. Es importante, en estos casos, consultar rápidamente al médico para recibir las indicaciones que correspondan según el tipo de infección.
Los vestuarios de los clubes o campos deportivos, por su ambiente húmedo y contacto íntimo de las personas, son lugares propicios para la transmisión de infecciones respiratorias como gripe, anginas o resfrío, entre otras. Para evitar algunas de ellas, es recomendable la vacunación anual contra la gripe, durante los otoños, dado que se trata de la más severa de las infecciones respiratorias. En estos ambientes, también se transmiten fácilmente las infecciones por hongos, como el pié de atleta.
Otro grupo de infecciones se asocia a los viajes, especialmente cuando ellos se producen fuera de los Estados Unidos, Europa y Australia. En estos casos, es importante evaluar la prevalencia de las infecciones (fiebre amarilla, paludismo, hepatitis A y B, fiebre tifoidea, entre otras) en el punto de destino, para prevenirlas.
Finalmente, entre las infecciones que el deportista puede adquirir durante su tiempo libre, se destacan las de transmisión sexual. La práctica de sexo seguro utilizando preservativos es la mejor barrera para evitar el VIH, herpes y hepatitis B.
En resumen, la práctica del deporte profesional o amateur engendra riesgos de infección. Para la prevención de muchos de ellos es importante:
• Actualizar el calendario de vacunación (tétanos y vacunas especiales como la antigripal y de hepatitis A y B, como prioridad).
• Realizar la profilaxis de heridas para evitar su infección.
• Aplicar las recomendaciones para la prevención de infecciones en el viajero, y de enfermedades que se transmiten por sangre y relaciones sexuales.