Presentan guía latinoamericana para un mejor tratamiento de la esclerosis múltiple

Una nueva guía latinoamericana brinda las claves para mejorar el tratamiento de la Esclerosis Múltiple (EM), enfermedad crónica que suele afectar a personas jóvenes, de entre 20 y 40 años, y en la que determinadas células del propio sistema inmunológico atacan y dañan las conexiones entre las neuronas del sistema nervioso central.

Así se informó en el marco del Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, que se conmemorará el 28 de mayo con el objetivo de generar conciencia sobre esta enfermedad crónica, ya que si no se la diagnostica a tiempo o se realiza un tratamiento equivocado, su avance puede generar atrofia cerebral y llevar a una discapacidad severa.

La guía fue dada a conocer por el Foro Latinoamericano de Expertos en EM y es sobre el inicio y la optimización de las terapias modificadoras de la enfermedad en pacientes con la forma de «recaídas y remisiones» (EMRR), la variante más frecuente de la EM, que se presenta en aproximadamente en el 85% al 90% de los casos.

La EM es una afección compleja que muchas veces requiere de cambios de rumbo terapéuticos, por lo que la guía ofrece una orientación para identificar cuando el tratamiento debe modificarse.

Publicado en el Journal of the Neurological Sciences, el artículo está encabezado por el doctor Jorge Correale, jefe del área de Enfermedades Desmielinizantes del Instituto FLENI, y cuenta con la participación del doctor Edgardo Cristiano, Jefe de Servicio de Neurología del Hospital Italiano de Buenos Aires, entre otros 13 expertos de América Latina e incluso Canadá.

«Como en todo proceso, cualquier sistema puesto en marcha debe monitorizarse y realizar los cambios pertinentes si su funcionamiento no es adecuado. En el caso del tratamiento de la Esclerosis Múltiple, el objetivo inicial es monitorear si existe una respuesta subóptima al tratamiento que los pacientes reciben”, explicó Correale.

“Esta valoración se sustenta en tres parámetros fundamentales: la tasa anual de exacerbaciones; la progresión de la discapacidad; y los cambios en los estudios de Resonancia Magnética», agregó el experto.

En ese contexto, el especialista destacó que «si de esta valoración se desprende que la respuesta al tratamiento recibido no es la esperada, se impone un cambio en la medicación».

Correale señaló que el cambio debe ser temprano, “a fin de asegurar un máximo beneficio con la nueva medicación y evitar el deterioro producido por el progreso de la enfermedad».

Los expertos recomiendan, siempre que sea posible, derivar a aquellas personas en las que se sospecha la presencia de EM a un especialista con experiencia en patologías desmielinizantes para su evaluación clínica, el inicio del tratamiento y su seguimiento.

Asimismo, destacan  que “la EM es una enfermedad compleja y por ello, debe ser tratada en centros especializados, abiertos las 24 horas, durante los 365 días del año”, especificó Cristiano, a la par que recalcó la necesidad de que la atención esté en manos de equipos multidisciplinarios dedicados exclusivamente a esta enfermedad.

En ese sentido, añadió que «dado que se trata de una enfermedad de baja prevalencia es muy distinto el resultado que puede tener un paciente que es atendido en un consultorio no especializado en esta patología a otro paciente que es asistido y controlado en un centro de esclerosis múltiple donde concurren 500 o más enfermos y que cuenta con todas las herramientas necesarias para el diagnóstico y el seguimiento: análisis especializados del líquido cefalorraquídeo, resonancia magnética disponible las 24 horas, médicos y enfermeras dedicados a esta patología de modo full time».

Los expertos señalaron que se trata de una enfermedad compleja no sólo por la discapacidad física que genera sino también por el deterioro cognitivo y la atrofia cerebral.

Tiempo atrás se pensaba que el impacto de la EM solamente ocurría a nivel físico dado que, con la progresión de la enfermedad muchos pacientes llegan a desarrollar serios problemas sensitivos, de coordinación, para caminar y/o de la vista.

Pero en los últimos años, de la mano de un mayor conocimiento de la enfermedad, se determinó que la EM también produce deterioro cognitivo y emocional y que éste está íntimamente ligado a la cantidad de lesiones que presenta el cerebro y a la pérdida de volumen cerebral.

Respecto a la reducción del volumen cerebral, si bien este es un fenómeno que ocurre en todas las personas, los pacientes con EM tienen una tasa de pérdida de volumen cerebral superior a la de aquellos individuos que no padecen la enfermedad, precisamente 0.5 – 1.0% en EM versus 0.1 – 0.4% en controles sanos.

A la hora de pensar cómo optimizar el tratamiento de la patología, el Foro Latinoamericano de Expertos en EM destacó la importancia de que además de los factores clínicos, el tratamiento inicial tenga en cuenta las preferencias de los pacientes, ya que eso influirá en la adherencia al tratamiento.

Con todo, para quienes presentan una enfermedad más activa desde el comienzo, es deseable un abordaje más agresivo.

En cuanto a los controles para el seguimiento de los pacientes, los expertos recomiendan la realización de evaluaciones clínicas cada tres a seis meses (aunque en los pacientes cuya enfermedad está estable una evaluación anual puede ser suficiente) y que un psicólogo calificado les realice una evaluación neuropsicológica al inicio del tratamiento y, luego, cada seis a doce meses.

El control radiológico debería ser realizado a los seis meses de iniciado el tratamiento y luego es aconsejable repetirlo una vez por año.

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