El suministro temprano antirretrovirales en las embarazadas, así como durante el periodo de lactancia, puede reducir a un 5% o menos el riesgo de transmisión del sida de madre a hijo. Estos datos se desprenden de la guía 2010 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el tratamiento de mujeres encintas con VIH y la prevención de contagio a sus bebés, que fue presentada en la Conferencia Internacional de la enfermedad.
En las nuevas recomendaciones se envía un claro mensaje de que la leche materna es una buena opción para cada recién nacido, incluso para aquellos de madres infectadas, cuando éstas tienen acceso a la medicación adecuada.
La guía plantea promover el uso de estos fármacos en el embarazo, a partir de la semana 14 de gestación, y continuar hasta el final del período de lactancia. Según la OMS, cuanto antes se inicie el tratamiento antirretroviral en las mujeres, será menos probable que las futuras madres contagien el VIH al feto o al recién nacido durante el periodo en que lo amamanta.
La OMS aconseja que la lactancia materna continúe hasta que el niño tenga doce meses, siempre que la madre o el bebé estén tomando ARV durante ese período. Esto reduciría el riesgo de transmisión del VIH y mejoraría las posibilidades de supervivencia del chico.
Aborda también el desafío de que más mujeres reciban las pruebas voluntarias del virus y sean asesoradas antes de que tengan los primeros síntomas.
En la actualidad, muchas personas seropositivas esperan demasiado tiempo para buscar tratamiento, por lo general, cuando el recuento de CD4 (células del sistema inmune que indican el curso de la infección) cae por debajo de 200 células/mm3.
La OMS plantea en su nuevo análisis promover el uso de los fármacos antirretrovirales entre las embarazadas cuando el recuento de CD4 esté por debajo de 350 células/mm3, antes de presentar síntomas.
Dar a conocer en mayor medida los beneficios del tratamiento precoz puede animar a más personas a someterse a las pruebas del VIH para que conozcan su estado serológico, según señala el documento.
El reto principal consiste en aumentar la disponibilidad del tratamiento en países de recursos limitados y en incrementar la integración de las intervenciones específicas del sida dentro de amplios servicios de salud materna e infantil.
Las recomendaciones darán lugar a un mayor número de personas que necesiten medicación, pero los costos asociados pueden ser compensados por la disminución de gastos hospitalarios, el aumento de la productividad debido a menos días por enfermedad y, también, a que haya menos niños huérfanos por el sida.
La OMS aseveró que el número de mujeres y niños afectados por VIH que reciben tratamiento antirretroviral ha aumentado sustancialmente, de los 276.000 a finales de 2008 a los 355.000 de finales de 2009, aunque esta cifra aún no es suficiente y es necesario facilitar más el acceso a este tipo de medicamentos.
A pesar de que el número de mujeres y chicos con acceso a la medicación subió, sólo el 15% de los niños que nacen de madres con VIH son diagnosticados y tratados de forma temprana.
La OMS asegura que, sin tratamiento efectivo, al menos un tercio de los menores infectados de VIH podrían morir antes de su primer cumpleaños y la mitad fallecerían sin cumplir los dos años.
Según sus datos, 1,4 millones de mujeres con VIH dieron a luz en 2008 en países en bajo nivel de desarrollo, partos que acarrearon alrededor de 430.000 infecciones entre los bebés nacidos. «Casi el 70% de las embarazadas con VIH no recibían tratamiento antrirretroviral en 2008», agregó el comunicado.
Se estima que 33 millones de personas viven con el VIH y hay unos 2,7 millones de nuevas infecciones cada año. A nivel mundial, es la principal causa de mortalidad entre las mujeres en edad reproductiva.