Desde el año 2012, el 5 de septiembre se conmemora el Día Mundial del mieloma múltiple. Aprovechemos entonces el mes de septiembre para remarcar lo importante de la investigación clínica en el tratamiento de las enfermedades oncológicas.
En los últimos 15 años, el mieloma ha sido uno de los cánceres más beneficiados con respecto al descubrimiento y aplicación en la práctica diaria de novedosas opciones terapéuticas. Según datos del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, organismo de la Organización Mundial de la Salud, actualmente unas 230 mil personas en todo el mundo viven con este raro cáncer de la sangre que nace de las células plasmáticas de la médula ósea, un tipo de glóbulos blancos que en condiciones normales se encargan de fabricar los anticuerpos que nos defienden de las infecciones.
Siendo el segundo tipo de cáncer hematológico más frecuente, el mieloma múltiple no solo afecta la producción de anticuerpos que protegen al organismo de infecciones (por lo cual los pacientes con mieloma son más propensos a ellas y a veces una infección es la forma de descubrir la enfermedad) si no que su crecimiento produce frecuentemente lesiones óseas y también insuficiencia renal.
La enfermedad es más común en pacientes mayores de 60 años. Las formas de presentación clínica habituales son la anemia y las lesiones óseas, por lo que los síntomas más comunes son cansancio y dolores óseos, en especial en la columna.
La anemia se debe a que las células plasmáticas “tumorales” ocupan lugar en la médula ósea, impidiendo la producción normal de glóbulos rojos. El acúmulo de estas células en los huesos es el origen de las lesiones líticas (“agujeros”) características de la enfermedad. La remoción de hueso debido a estas lesiones puede generar aumento anormal de calcio en la sangre. Y el calcio elevado y la eliminación urinaria de la proteína producida por el tumor (que el paciente nota por la presencia de espuma en la orina), pueden generar insuficiencia renal. La tríada clásica que sugiere el diagnóstico es la presencia de anemia, eritrosedimentación elevada y dolores óseos.
El tratamiento de la enfermedad no es uniforme. Se adecua a cada paciente en particular y también a las características de la enfermedad que padece. Es que el mieloma se comporta de manera diferente entre pacientes como así también en un mismo paciente en diferentes estadios de la enfermedad.
Si bien esta característica hace que sea difícil aún su cura definitiva, numerosos agentes han hecho que la enfermedad sea de manejo más fácil y de control más prolongado. Asimismo, el uso de nuevas drogas permite que los pacientes hagan una vida más normal que con la quimioterapia convencional, además de preservarlos de complicaciones, en especial óseas, que en el pasado alteraban significativamente la calidad de vida. Hoy ocurre que convivimos con pacientes en tratamiento sin darnos cuenta de que ellos están siendo tratados.
La columna vertebral del tratamiento la constituyen los inhibidores del proteosoma y los inmunomoduladores. Ya están disponibles varias opciones de cada una de estas familias de drogas, que incluyen diferentes modos de uso y aplicación. Esto hace que en muchas ocasiones el paciente pueda recibir un tratamiento por completo ambulatorio e incluso auto administrado por vía oral. Esto claramente impacta en la calidad de vida, al permitir que el paciente gestione su tratamiento y pueda mantener su vida social y laboral.
El futuro para tratar el mieloma múltiple es alentador gracias a las nuevas innovaciones en las terapias oncológicas; pero también es importante seguir impulsando esfuerzos para concientizar a la sociedad sobre esta enfermedad. El diagnóstico precoz es imprescindible para evitar complicaciones. Es por esto que
creemos que es fundamental que trabajemos en conjunto en su difusión, y poner gran énfasis en el Día Mundial del Mieloma Múltiple.
*La doctora Guillermina Remaggi es integrante de FUNDALEU.
