Según la pediatra Mar López, tanto los adultos como los niños tragamos la mayor parte del moco. La parte que expulsamos por la nariz es la menor parte, y lo que no expulsamos lo tratamos. “Es algo normal y natural que traguemos el moco. Para algunos niños, tragar moco hace que tengan algo de diarrea, o que las cacas sean más blandas, e incluso el que nos encontremos restos de moco en heces», afirma la especialista.
El moco es el virus neutralizado, por eso no hay que incorporarlo de nuevo al cuerpo y no hay que comerlo. Sin embargo, si el moco tiene restos de virus, lo más probable es que el virus esté muerto y el cuerpo actúe frente a él y el moco se seque.
Los niños no están inmunizados y cuando entran al jardín, lo más probable es que no hayan estado en contacto con estos virus antes. Es por esto que una vez que ingresan al jardín suelen tener muchas infecciones, una tras otra. «Hay algunos virus hacen que nuestro cuerpo cree defensas, anticuerpos que se quedan guardados en nuestro cuerpo, defensas de tipo memoria, de forma que cuando volvamos a estar frente a ese virus se multipliquen y nos protejan. Sin embargo, también hay otros virus que no generan defensas memoria, y por eso lo podemos tener todos los años. El primer año de contacto escolar suele ser el peor porque los niños están expuestos a muchos virus nuevos y tienen que crear esas defensas memoria” añade la especialista.
Los mocos son muy necesarios porque son los que hacen que nuestro cuerpo se defienda frente a los virus. Los mocos inmovilizan los virus, y en muchas ocasiones son la primera línea de barrera porque dentro de ellos hay defensas. Sin embargo, el exceso de moco no es bueno. «El moco nos defiende pero tenemos que sacarlo. Podemos tragarlo o expulsarlo por la nariz o por la boca. Al mismo tiempo, suelen tener tos, que funciona como un mecanismo de defensa del cuerpo para expulsar ese moco por la vía respiratoria” explica la pediatra.
Los mocos no son siempre del mismo color y densidad. Esas características suelen depender de las defensas. Siempre tenemos mocos transparentes, pero cuando nos enfrentamos a un virus, ese moco suele aumentar en cantidad y cambia de color. “Todo depende de la lucha de nuestras defensas, que tienen una sustancia que segregan y tiene un pigmento oscuro porque tiene hierro», aclara López. El moco se va oscureciendo cuando hay un virus, es decir que cambia de color transparente a amarillo, y después de amarillo a verde. «Mucho de este pigmento es porque ya lleva mucho tiempo en nuestro cuerpo y significa que está en la fase final de la infección. Muchas personas, sobre todo niños, tienen otitis, que es una de las complicaciones más frecuentes del resfriado con moco verde», agrega López.
Siempre que los mocos sean verdes, no será necesario recetar un antibiótico. ”La causa más frecuente son los virus, el resfriado y los mocos no mejoran con tratamiento antibiótico, pues este solo es efectivo frente a infecciones bacterianas», indica la pediatra. Tampoco recomienda dar mucolíticos, antitusivos, expectorantes, descongestivos nasales, o antihistamínicos como tratamiento del resfrío a los niños. Según los estudios, los posibles efectos secundarios pueden ser muy graves y no son muy efectivos, sobre todo en menores de 6 años.