Cuando el tumor recién se inicia y se diagnostica tempranamente es probable que la enfermedad pueda ser controlada más fácilmente. En este sentido es fundamental que los padres consulten rápidamente ante cambios de conducta, decaimiento, fiebre prolongada, pérdida de peso, dolores en los huesos o la aparición de bultos (tumores) en cualquier parte del cuerpo que puedan descubrir cuando bañan o cambian al niño y que muchas veces se confunden con traumatismos tan frecuentes en esta edad.
En Pediatría, la prevención se logra con el examen del pequeño en forma periódica y en aparente estado de salud, ya que no existen exámenes de detección precoz como el Papanicolau, la mamografía o la colonoscopia, comunes en tumores del adulto.
El diagnostico y tratamiento de la enfermedad requiere un equipo complejo formado por cirujano, patólogo, radioterapeuta, oncólogo, psicólogo, enfermero, asistente social y la atención de todas las especialidades medicas. A su vez, esta patología debe ser tratada en centros de alta complejidad, con experiencia.
Si bien el menor depende de las decisiones de sus padres, siempre se respetará su individualidad, se le explicará con palabras que pueda entender cuál es su dolencia y qué procedimientos o tratamientos recibirá. La sinceridad en la comunicación y la aceptación de la enfermedad son fundamentales para el largo camino del tratamiento.
Los altos índices de curación junto con la información sobre la patología son aliados que permiten alejar el temor frente a esta dolencia.
En este 15 de febrero, Día Internacional del Cáncer Pediátrico, desde la Asociación Argentina de Oncología Clínica, abogamos para mejorar aún más los resultados logrados hasta hoy y que cada vez más sobrevivientes tengan una merecida y mejor inserción familiar, social, y laboral.
* La Dra. Guadalupe Rey es médica oncóloga, Jefa de la Unidad de Oncología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez -Miembro de la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC).