Más de la mitad de los argentinos mayores de 20 años sufre de obesidad o sobrepeso, una tendencia que va en franco aumento en los últimos años, con un correlato de enfermedades asociadas como diabetes, colesterol elevado e hipertensión arterial, advirtieron especialistas locales.
«Estamos el peor nivel de muchas partes del mundo en cuanto al crecimiento de la obesidad, que es la que más complicaciones de salud trae. Y si sumamos el sobrepeso, vemos que ambos problemas afectan a entre el 53 y 54% de la población mayor de 20 años», dijo Silvio Schraier, Presidente de la Fundación Argentina de Nutrición (FAN).
El especialista en nutrición señaló que «en forma paralela» al aumento de la obesidad y el sobrepeso, se está dando en todo el mundo «un crecimiento de diabetes, colesterol elevado e hipertensión arterial», con las graves consecuencias que ello implica.
En el caso de la Argentina, los datos sobre obesidad y sobrepeso surgen de la comparación entre la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2005 y la última, hecha en 2009 por el Ministerio de Salud de la Nación, y cuyos resultados fueron difundidos en 2011.
Schraier remarcó que «lamentablemente, los hábitos de nuestra población se han modificado para mal. Se comen menos frutas y verduras, y se hace menos actividad física. Esto trae aparejado un empeoramiento del balance nutricional, déficits de vitaminas y minerales y el crecimiento de la prevalencia de enfermedades crónicas severas que se relacionan con la obesidad».
Consultado sobre los cambios que deberían llevarse a cabo a nivel personal y familiar para enfrentar este problema, el especialista sostuvo: «Hay que volver a las fuentes, consumir más frutas y verduras y menos alimentos procesados, y por otro lado, caminar por lo menos media hora todos los días. Con eso, es altamente probable que quienes tienen sobrepeso, bajen de peso».
Como medidas complementarias para la reducción de peso, existen algunos medicamentos cuya indicación le corresponde al médico tratante, y ciertos suplementos dietarios como el ácido linoleico conjugado, que en las personas físicamente activas reduce la cantidad de grasa, en particular la abdominal, y la reemplaza paulatinamente por tejido muscular.
«Tenemos que verlo como una pirámide -explicó Schraier- en cuya base están la alimentación saludable y la actividad física. Luego, puede haber medicamentos específicos para la obesidad y suplementos, como el ácido linoleico conjugado, que ha demostrado que las personas que lo toman, absorben un poco menos de la grasa consumida».
«Con este suplemento, si además la persona es físicamente activa, parte de la grasa, sobre todo la abdominal, disminuye y va convirtiéndose en músculo. Hay que acompañarlo con actividad física. Si hay una persona que está todo el tiempo atornillada a una silla y le damos ácido linoleico conjugado, de poco sirve», dijo el médico.