Cada año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una formulación de vacuna para el hemisferio norte y otra para el hemisferio sur sobre la base de los datos de vigilancia de los virus influenza que circulan en cada una de esas regiones. Por ello, las posibilidades para contraer gripe luego de vacunarse son mínimas y los casos, excepcionales. La vacuna demostró ser segura, eficaz en la prevención de la enfermedad y efectiva en la reducción de los casos o sus complicaciones en la población.
Cuando los virus circulantes coinciden con los que contempla la vacuna –en 2012, A (H1N1), A (H3N2) y B–, la misma previene la enfermedad en un 90% de las personas sanas. Sin embargo, cuando la correlación es pobre porque circulan otros virus, la eficacia puede ser menor al 60%.
Otros factores que afectan la eficacia y la efectividad de la vacuna son la edad y la inmunidad (defensas) de la población que la recibe. La protección contra la gripe es menor en las personas mayores de 65 años y en los individuos que tienen comprometidas sus defensas y conforman los grupos de alto riesgo, como pacientes con cáncer o VIH, trasplantados o en tratamiento con drogas inmunosupresoras. Sin embargo, en estos grupos la vacuna evita las internaciones y disminuye el riesgo de muerte por esta enfermedad.
Dado que los virus de influenza que circulan en una región pueden cambiar año tras año, y que el efecto protector de la vacuna dura aproximadamente 10 meses, la misma debe administrarse en forma anual. También debe tenerse en cuenta que la vacuna brinda protección recién a partir de las dos semanas de aplicada, lo que significa que una persona puede contraer la enfermedad o sus complicaciones dentro de los 14 días posteriores a la vacunación.
Asesoramiento médico: Dra. Hebe Vázquez. Médica infectóloga de FIDEC/FUNCEI.