A partir de los 50 años aumenta la incidencia del cáncer de próstata, el tumor más común entre los varones. Para realizar un tratamiento oportuno, que resulta eficaz en el 90% de los casos, la detección temprana es crucial. Por eso es tan importante que los varones estén bien informados. Ante algunos polémicos artículos publicados recientemente en otros medios, las sociedades científicas reiteramos la eficacia de la consulta anual con el urólogo y la utilización del examen del Antígeno Prostático Específico (PSA por sus siglas en inglés). Hay que recordar que la incorporación de estas dos prácticas marcó un antes y un después en la historia de esta enfermedad.
Antes de que estas medidas se volvieran habituales, casi el 100% de los pacientes llegaban a la consulta con la enfermedad avanzada, ya sea local con síntomas urinarios, o general, habitualmente con dolores óseos por la metástasis, que a veces se confundían con problemas reumáticos. En ese momento no existía la idea de concurrir al urólogo para prevenir. De hecho, no servía el cartel que colocamos en el Instituto Ángel H. Roffo en el año 1971 que decía: “Cumplió 50 años, haga examinar su próstata”, porque en aquel tiempo el que lo leía ya estaba enfermo.
El cambio histórico se produjo por una serie de motivos. En primer lugar, en los medios comenzó a hablarse, sin prejuicios, del cáncer. Así, se perdió el miedo a la palabra y a vincularla con una enfermedad incurable. Además, la comunicación hizo que los varones perdieran la vergüenza de consultar al urólogo y someterse al examen semiológico, que incluye la realización del tacto rectal. Se les explicó que éste es importante, ya que a través del recto se pueden notar alteraciones prostáticas.
Otro factor clave y determinante para lograr la detección precoz de esta patología maligna, fue la incorporación del dosaje en sangre del Antígeno Prostático Específico, una sustancia que elabora la próstata para, entre otras funciones, evitar la coagulación del semen en el eyaculado. En algunos casos, una cantidad muy pequeña de esta sustancia pasa a la sangre y es fundamental descubrirlo, de ahí la importancia de este análisis que permite medir el nivel de PSA en nanogramos por ml.
Si bien un aumento de los valores de PSA puede deberse a distintas causas no sólo oncológicas, tales como la edad, el tamaño de la glándula, procesos inflamatorios e infarto prostático, este estudio se emplea para el seguimiento de los pacientes que tuvieron o presentan un cáncer de próstata, y es uno de los marcadores biológicos que mejor y más se utiliza, a tal punto, que existe la identidad “fracaso al PSA” en los tratados de la enfermedad.
Por todo lo anterior, en la actualidad el PSA no puede ser discutido. Las pautas de diagnóstico y tratamiento inter-sociedades (de las cuales participa la Sociedad de Argentina de Urología) son claras al respecto: si los niveles del antígeno prostático específico y/o el tacto rectal no son normales, se pasa a la siguiente etapa que es la realización de la ecografía prostática transrrectal y la biopsia, (ecodirigida, si se observan lesiones y randomizada, es decir, un muestreo). Con este criterio se logra el diagnóstico de tumores órgano-confinados (que no salieron de la glándula) lo que permite el tratamiento curativo, el cual, según el caso, incluirá la cirugía, la radioterapia con sus variantes tridimensionales conformadas e intensidad modulada, o la braquiterapia, que consiste en la colocación en la próstata de semillas de Iodo 125, un material radiactivo. Con estos procedimientos se consigue una curación cercana al 90% de los casos.
Ocurre que el test del PSA genera gastos al sistema de salud y esta es la principal razón por la que se malinterpretó un reciente informe realizado en EEUU que sugería que no existían beneficios al realizar este estudio en cuanto a la cantidad de tumores que se podían diagnosticar. Algunos medios relativizaron su utilidad con amplios titulares pero, más grave aún, en un comentario de un matutino nacional se citó a un médico que opinó que éste sólo es necesario si se presentan síntomas, un error grave ya que siempre se debe recordar que cuando existen manifestaciones del cáncer de próstata, es tarde.
Del mismo modo que hoy nadie objetaría que a una mujer se le realice una mamografía, un examen ginecológico o un papanicolaou, y para ambos sexos es casi habitual la colonoscopía, no hay razones para cuestionar la necesidad de que los varones consulten al urólogo y realicen el PSA; refutar esto es desconocer la historia de esta dolencia. Quienes relativizan su eficacia, lo único que consiguen es que aquellos hombres que dudan, tengan excusas para no hacerlos, y así, se pierden años de difusión por mala información.
En este sentido, la Sociedad Argentina de Urología es terminante al recomendar que a partir de los 50 años todo hombre debe hacer un control urológico donde se le debe efectuar el examen digitorrectal y un dosaje en sangre de Antígeno Prostático Especifico (PSA). Si es normal debe repetirlo una vez por año. Si el varón tiene antecedentes familiares directos (padre, hermanos o tíos con cáncer de próstata) el control debe comenzar a los 45 años. Con este criterio concuerdan todas los Sociedades que integran la Comisión sobre pautas de los tumores urológicos en nuestro país, la Asociación Americana de Urología y las Sociedades Europeas de Urología.
Resulta indispensable que los varones estén bien informados y que continúen haciendo las consultas y análisis recomendados por las sociedades científicas, ya que el diagnóstico temprano permite el tratamiento exitoso de la enfermedad.
El doctor y profesor Alberto Ricardo Casabe es Presidente de la Sociedad Argentina de Urología y Profesor Consulto de la Universidad de Buenos Aires (UBA).