Una nueva tecnología permite utilizar proteínas de seda para fabricar una suerte de envoltorio molecular que permite almacenar vacunas y antibióticos sin refrigeración durante meses, e incluso años, según trabajos financiados por los Institutos nacionales estadounidenses de la salud (NIH).
Además, esta estructura puede adoptar una variedad de formas como micro-jeringas y micro-vesículas que permiten a estos medicamentos no refrigerados ser almacenados y administrados en un único recipiente.
Las vacunas y antibióticos pueden de esta manera preservarse a temperaturas que van a hasta 60 grados, aseguran los autores de este trabajo publicado en la versión en Internet de los anales de la Academia estadounidense de las Ciencias.
La proteína de seda tiene una estructura y una química únicas que la vuelven más robusta y resistente a la humedad, y estable frente a temperaturas extremas. Además es biológicamente compatible, subrayan los investigadores.
Todas estas propiedades son de una gran utilidad para estabilizar «los antibióticos, las vacunas y otros medicamentos», explicó David Kaplan, ingeniero biomédico de la universidad de Tufts en Massachusetts, principal autor.
«El hecho de que también podamos transformar la seda en micro-jeringas presenta una enorme ventaja que puede potencialmente brindar una gran cantidad de opciones útiles para estabilizar y distribuir estos medicamentos», agregó el investigador que estudia la seda desde hace 20 años.
La mayoría de las vacunas, encimas y anticuerpos, así como muchos antibióticos y otros medicamentos deben ser refrigerados permanentemente desde su producción hasta su entrega para preservar su eficacia, lo que representa hasta el 80% del costo de una inmunización, según estimaciones.
Expertos internacionales de la salud calculan que cerca de la mitad de las dosis en el mundo se pierde debido a un corte en la cadena de frío. Incluso en los países industrializados, la pérdida de eficacia de los medicamentos con la temperatura del cuerpo es un rompecabezas para los sistemas de implantes para administrar medicamentos, según estos investigadores.
Para este trabajo constataron que las proteínas de seda preservaban la eficacia de las vacunas contra la rubeola, la papera, y el sarampión, así como para antibióticos, penicilina y tetraciclina, hasta al menos 60 grados.
Estos hallazgos son claramente mejores que las demás técnicas actuales de conservación, como el encapsulado en colágeno, una familia de proteínas, o en polvos y soluciones, subrayan los científicos.