La menopausia y los problemas de sueño

Es de público conocimiento que el sueño cumple una función reparadora importante: permite que al día siguiente se pueda retomar la rutina. Dormir entre siete y nueve horas debería ser suficiente, aunque también es importante que sea buena la calidad del sueño.

 

Diversos factores biológicos y sociales pueden hacer que se altere el ciclo vital de vigilia-sueño y, en consecuencia, que se vean afectados el funcionamiento del cuerpo y de la mente. Las situaciones estresantes y la depresión, por ejemplo, pueden impedir que la gente se duerma, o despertar a la persona en el medio de la noche y hacer que se levante a la madrugada, cuando aún quedan unas dos horas para que suene la alarma del el despertador.

 

En el caso de las mujeres, las fluctuaciones en los niveles de hormonas guardan una relación particular con los patrones de sueño. Durante la menopausia e, incluso, en el período anterior a ésta (la perimenopausia), la disminución del nivel de estrógeno torna a la mujer más vulnerable a los factores estresantes, provoca los sofocos característicos de esta etapa y puede aumentar los ronquidos. Por otra parte, también se reduce el nivel de progesterona, hormona que promueve el buen dormir. 

 

La falta de sueño genera cansancio, mayor irritabilidad y bajo nivel de concentración. Si esta situación se repite durante varias semanas o meses, es probable que repercuta en la calidad de vida.

 

Para afrontar este problema, pueden adoptarse distintos métodos. Se recomienda no hacer ejercicio intenso en las tres horas previas a acostarse. Por otra parte, si la persona tiene problemas para conciliar el sueño, no debería dormir la siesta. Además, es aconsejable mantener los mismos horarios siempre que sea posible, incluso los fines de semana.

 

Cuando se está transitando una situación de estrés, pueden utilizarse técnicas de relajación y hacer yoga. También debe evitarse el consumo de cafeína y de nicotina. Si no se toman medidas, la falta de sueño provocada por los nervios puede desencadenar en aún más tensión.

 

Si lo que provoca el insomnio son los calores, es recomendable tomar un baño de agua caliente para bajar la temperatura corporal o bien reducir el clima del cuarto a fin de evitar el sudor por la noche.

 

Algunas personas toman un vaso de leche tibia como ayuda para dormir. Otras señalan que el alcohol cumple muy bien esta función sedante. Sin embargo, esto es incorrecto: si bien las bebidas etílicas tienen un resultado relajante que podría ayudar a conciliar el sueño, suelen ejercer un efecto  contrario y perturbarlo.

 

En algunas mujeres, puede indicarse una terapia de reemplazo hormonal durante un breve período, pero dicho tratamiento debe ser analizado por el médico, quien debe tener en cuenta los antecedentes de cada mujer en particular, debido a los riesgos que conlleva el método como, por ejemplo, cáncer de mama y formación de coágulos de sangre.

 

Sin duda, lo que suceda durante el sueño tiene un impacto en el físico y en el estado de ánimo. Por lo tanto, debe prestarse atención al insomnio y adoptar medidas que permitan evitarlo. Identificar sus causas puede ayudar a una pronta solución.

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