En los últimos años, el tratamiento la artritis reumatoidea (AR) ha alcanzado importantes logros: desde un conocimiento más profundo de cómo se desarrolla la enfermedad hasta drogas modificadoras del curso de la AR (DMAR). Sin embargo, un gran número de pacientes aún no logra una respuesta satisfactoria a través de las medicaciones disponibles, y sigue sufriendo las consecuencias de esta afección inflamatoria crónica que ataca las articulaciones produciendo daño irreversible, discapacidad y otras severas secuelas cuando no se trata.
La reciente aprobación en Argentina de tofacitinib, una droga con un mecanismo de acción diferente y de administración oral, ofrece una importante alternativa para los pacientes adultos que sufren Artritis reumatoidea (AR) moderada a severa y que no responden a metotrexato. Se trata del primer tratamiento aprobado para esta patología perteneciente a una nueva clase denominada ‘inhibidores de la Janus Kinasa’ (JAK), que son caminos de señalización dentro de la célula importantes en la inflamación relacionada esta afección autoinmune. Esta molécula es la primera DMAR en diez años.
Con seguridad probada
“La seguridad y eficacia de tofacitinib han sido estudiadas en un profundo programa de estudios clínicos de fases II y III, multicéntricos, internacionales, que incluyeron a cerca de 5 mil pacientes de más de 40 países, resultando en más de 7 mil años de exposición de pacientes al tratamiento al momento de la solicitud de aprobación regulatoria. En estos estudios, la nueva molécula redujo los signos y síntomas de la AR y mejoró la función física, con un perfil de seguridad bien caracterizado hasta la fecha”, sostuvo Mark E. Flanagan, Investigador Asociado de Pfizer, integrante del Grupo de Trabajo original que desarrolló la molécula, hace más de 12 años.
El programa global de desarrollo clínico de este fármaco contó con una de las bases de datos más grandes de cualquier medicamento contra la AR presentado ante la FDA para revisión. “Es muy emocionante y me genera una gran satisfacción ver que este tratamiento, del que yo participlpé originalmente en su desarrollo, es aprobado en nuevos países”, agregó Flanagan.
En nuestro país está indicado para pacientes adultos con artritis reumatoidea activa moderada a severa que han tenido una respuesta inadecuada o intolerancia a metotrexato. Puede utilizarse como monoterapia o en combinación con metotrexato u otros fármacos antirreumáticos no biológicos modificadores de la enfermedad.
La enfermedad y su prevalencia
Esta afección reumatológica afecta aproximadamente a 1,6 millones de personas en los EEUU y a 23,7 millones de personas en el mundo. Argentina, según indicó el doctor Gustavo Citera, Jefe de la Sección Reumatología del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP), cuenta “con dos estudios epidemiológicos, uno del año 2000 en Tucumán y otro de 2011 en Luján, que muestran una prevalencia del 1% sobre la población general, cifra similar a otras poblaciones caucásicas”. Además, aclaró que la proporción es tres o cuatro mujeres por cada hombre que vive con la enfermedad.
El reumatólogo explicó que «aproximadamente el 60% de los pacientes no responde al tratamiento habitual” y, en esos casos, se suele recurrir a combinaciones de drogas o agentes biológicos que se vienen utilizando desde hace casi quince años. No obstante, para el especialista, “aún existe una necesidad no cubierta en el tratamiento de la AR, ya que un porcentaje de pacientes tampoco responde a estas alternativas o hacen resistencia en el tiempo. Otros inconvenientes de los agentes biológicos son la necesidad de inyectarse, ya sea por vía subcutánea o endovenosa y, además, la necesidad de mantener la cadena de frío”. Por eso, el desarrollo de estas nuevas moléculas puede contribuir a resolver estos inconvenientes, ya que demostraron su eficacia en diversos estudios clínicos, y son cómodas para el paciente, debido a su administración por vía oral y a que no requieren ser preservadas en frio.
Abordaje terapéutico y bientestar
Coincidentemente, el doctor Eduardo Mysler, médico reumatólogo y Director Médico de OMI (Organización Médica para la Investigación), afirmó que esta enfermedad «no sólo reduce dramáticamente la calidad de vida sino que además puede acortar la vida de quienes la padecen».
En los últimos años el escenario de esta afección «ha cambiado sustancialmente a través de hitos como el uso del metotrexato, la idea del abordaje temprano en lugar del tardío, protocolos de tratamiento y el advenimiento de los medicamentos biológicos, que lograron frenar en forma temprana y efectiva la progresión de la AR, o la actividad de la misma, con lo que se obtiene un reducción significativa de las erosiones articulares que se observan en las radiografías», agregó el especialista.
«El tofacitinib viene a contribuir en este tipo de tratamientos», señaló Mysler, y aclaró que «permite lo mismo que los biológicos pero ofrece, con la misma efectividad, una mayor comodidad posológica, ya que se administra por vía oral”.
“Los pacientes con AR tienen ya con los años un mal acceso venoso y están cansados de sufrir, por lo que el advenimiento de una terapia moderna y oral es una ventaja increíble», indicó el especialista para luego agregar que «los pacientes con AR se benefician y se seguirán beneficiando con todos estos descubrimientos, logrando una vida plena, disminuyendo el nivel de minusvalía, restaurando la calidad de vida y prolongando la vida”.
«La clave es el diagnóstico temprano», aseveró Citera. «Necesitamos que el paciente llegue tempranamente a la consulta; si podemos diagnosticarlo, se trata y recupera por completo su capacidad funcional y calidad de vida. Porque si bien la artritis no se puede curar, sí es posible hacerla entrar en remisión, para que desaparezca por completo. Pero cuando el diagnóstico se hace tarde, es más baja la capacidad de evitar el daño, porque una vez que se produjo es irreversible», concluyó.