Pasarán muchos años para que los ovarios artificiales se conviertan en una realidad, pero el primer paso ya fue hecho y decididamente parece prometedor: por primera vez las estructuras que encierran a los ovocitos inmaduros (folículos ováricos) fueron aislados y hechos crecer sobre un andamio de tejido ovárico privados de sus células, a fin de que estén en grado de funcionar.
«Es una prueba de principio para preservar la fertilidad de las mujeres que deben afrontar tratamientos que podrían ponerla en riesgo», dijo a ANSA la coordinadora de la investigación, Susanne Pors, del Laboratorio de Biología reproductiva del Rigshospitalet de Copenhague.
El resultado fue presentado en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE) en curso en Barcelona.
El objetivo es permitir a las mujeres que deben afrontar tratamientos contra el cáncer para poder preservar la fertilidad en condiciones de seguridad.
Actualmente el tejido ovárico es preservado antes de los tratamientos y congelados para ser reimplantados y el grupo de investigación de Pors está entre los pioneros en este campo, con tejidos ováricos de 1.100 pacientes conservados en los últimos 20 años, 115 de los cuales descongelados y transplantados en 90 mujeres.
Sin embargo, resaltó Pors, «eliminar las células del tejido ovárico congelado y transferir folículos vitales podría evitar el riesgo de reintroducir células malignas potencialmente presentes en el tejido original».
Los experimentos fueron realizados con el tejido ovárico tomado por mujeres que querían guardarlo antes enfrentar una terapia contra el cáncer.
El primer paso fue eliminar las células presentes en el tejido por medio de una proceso químico que dura tres días. De este modo se obtuvo una suerte de andamiaje en el cual fueron reimplantados los folículos.
«Vimos que los folículos eran capaces de repoblar el tejido con células», dijo Pors refiriéndose a los experimentos realizados en un tubo de ensayo. Más tarde el ovario artificial así obtenido fue transferido a un ratón, demostrando ser capaz de sostener el crecimiento de las células huevo, con un riesgo muy reducido para la transferencia de células malignas.
«El siguiente paso -dijo la investigadora- será entender cómo se desarrolla el ovario obtenido con esta técnica, con períodos de observación hasta 6 meses». En cuanto a las primeras pruebas humanas, «todavía requerirán muchos, muchos años», aclaró.