Herpes genital: sin cura pero controlable

Se trata de una enfermedad de transmisión sexual muy común que se contagia por secreciones o el contacto con la piel. Sus síntomas varían si se trata de una primera infección o una recurrencia. En algunas personas, las primeras manifestaciones pueden tardar años en aparecer.

El herpes genital es una enfermedad de transmisión sexual muy común. Se calcula que en los Estados Unidos una de cada cinco personas adultas está infectada, pero muchas no presentan síntomas y desconocen su situación. La enfermedad no tiene cura y persiste durante toda la vida; sin embargo se puede controlar con medicación y medidas de auto-cuidado.

 

Está causado por el virus del herpes simple tipo 2. Menos frecuentemente lo puede causar el herpes tipo 1 responsable de las úlceras orales. Se transmite fácilmente a través de las secreciones genitales o del contacto con la piel.

 

Los síntomas varían según si es una primera infección o si se trata de una recurrencia. En el primer caso aparecen vesículas en la zona genital que se rompen y se convierten en úlceras dolorosas. También pueden emerger síntomas generales como dolor muscular, fiebre, la falta de apetito o dolor articular. Una manifestación poco frecuente pero muy severa es la meningitis.

 

Otras personas no presentan señales o tienen síntomas leves, y pueden pasar muchos años hasta que descubren que están infectados por el virus del herpes. Por ello es tan importante adoptar medidas preventivas en las relaciones sexuales: los preservativos son el método más indicado para reducir el riesgo, pero para que actúen como barrera contra el virus, deben usarse durante todo el acto sexual. Por otra parte, tener varias parejas sexuales aumenta el riesgo de contagio.

Ahora bien, cuando las lesiones están activas, es decir, cuando se observan ampollas en el área genital, lo más seguro es no tener relaciones sexuales.

 

El herpes genital es una enfermedad crónica que no tiene cura. Esto quiere decir que, una vez producido el contagio, la persona tendrá herpes y podrá transmitirlo a otras durante el resto de su vida. La reactivación del virus puede producirse como consecuencia de varios factores como el estrés, la menstruación, una enfermedad, la exposición al sol. Probablemente los brotes se produzcan cada vez con menos frecuencia, pero no por ello deben dejar de adoptarse medidas preventivas. Además, la persona infectada debe informar a su pareja acerca de su afección para que ésta también pueda cuidarse.

 

Las mujeres embarazadas que tienen herpes genital deben tomar recaudos especiales y hacerse controles periódicos para saber si tienen una infección activa tanto en la vulva como en la vagina. De ser así, se debe practicar una cesárea en el momento del parto, a fin de evitar el contagio al bebé. La meningitis herpética es una consecuencia muy severa de la transmisión del virus al recién nacido.

 

El herpes genital puede tratarse de manera sintomática con medicamentos antivirales. Lo ideal es tomarlos apenas se perciben los primeros síntomas de ardor y picazón en el área afectada. Su efecto será reducir el dolor y las molestias y acelerar la cicatrización de las úlceras. En los pacientes con brotes recurrentes, se puede utilizar una terapia supresora todos los días. Además del tratamiento farmacológico, los baños con agua tibia pueden aliviar el dolor de las lesiones genitales.

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