Considerado uno de los mejores diuréticos vegetales que existen, al apio se le reconoce su capacidad para remineralizar el organismo, desintoxicarlo, depurar la sangre, mejorar la digestión, disminuir la presión arterial, regular el peristaltismo intestinal, abrir el apetito y aliviar dolores articulares.
Es importante tomarlo en licuados de tallos y hojas, para aprovechar todos sus beneficios, pero además se puede incluir el caldos y sopas. Entre ellas, una sopa altamente depurativa es la de apio y cebolla.
Si se dispone de una juguera, se puede extraer el jugo de apio y tomarlo por las mañanas añadiéndole 2 zanahorias a la preparación, para que quede un jugo rico en vitaminas. La zanahoria previene las enfermedades degenerativas y tiene acción antiinflamatoria, además protege las arterias y ayudar a mantener la salud cardiovascular al tiempo que garantiza un buen estado de la piel, la visión, los dientes y las encías, del sistema digestivo.
Una verdura al alcance de tu mano
Dentro de las medicinas naturales, existen numerosas opciones para tratar la hipertensión, ya sea con diuréticos o con remedios que actúan directamente sobre el corazón o los casos sanguíneos. El apio, una verdura aromática y accesible, tiene las dos virtudes.
Si bien este es utilizado desde la antigüedad, sobre todo en las medicinas orientales, el Dr. William J. Elliot, farmacólogo de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, ha corroborado los efectos hipotensores del apio. El apio actúa por su efecto sedante.
Al parecer, el 3-n-butilftalido, una sustancia que se encuentra en este vegetal, disminuye la concentración sanguínea de las hormonas asociadas con el estrés, llamadas catecolaminas, que producen constricción de los vasos sanguíneos. Además, esta sustancia relaja los pequeños músculos que sostienen a los vasos sanguíneos. El Dr. Elliot y su equipo de colaboradores, descubrieron que dicho compuesto bloqueaba la acción de una enzima llamada “tirosina hidroxilasa”, que nuestro cuerpo utiliza para la síntesis de las catecolaminas. Por esta razón el apio puede resultar aun más benéfico aún para quienes sufren de hipertensión asociada al estrés y la tensión emocional,que representan cerca del 50% de los casos.
Por su parte, investigadores del Centro de Investigaciones Hematológicas de Hunan, en China, también han aportado información al respecto. El apio es rico en una sustancia natural llamada apigenina que contribuye a dilatar los vasos sanguíneos.
En una comunicación, publicada en Mayo del 2006 en la revista American Journal of Phatology, Raquel Soares e Isabel Azevedo, de la Universidad de Porto en Portugal,señalaron que la apigenina combate el estrés oxidativo a nivel celular y actúa como antiinflamatorio natural. El estrés oxidativo contribuye al proceso del endurecimiento de los vasos sanguíneos, que a su vez, genera la hipertensión.
La cura del jugo de apio
La jugoterapia es una de las herramientas más utilizadas de la medicina natural. En los jugos, todas las propiedades de los vegetales llegan intactas y digeribles al organismo. Uno de los preferidos de estos vegetales es el apio, que se utiliza como base de la mayoría de los preparados que se recomiendan en hipertensión, edemas, obesidad, dolor articular y calambres.
Esta cura, que permite disminuir los niveles de tensión arterial, consiste en consumir todas las mañanas cantidades progresivas de jugo de apio combinado con jugo de manzana y de lechuga. Para comenzar la cura se debe tomar en ayunas 1 vaso del jugo de manzana, el jugo de 15 hojas de lechuga y de 4 tallos de apio (todo pasado por el extractor de jugos). Conforme aumentamos la cantidad de jugo de apio disminuimos la cantidad de jugo de manzana. Al día siguiente se comienza a incrementar la cantidad de jugo de apio: utilizar 8 tallos de apio para elaborar el jugo y continuar en los días sucesivos aumentando la cantidad de jugo de apio (añadir 4 tallos más por día), hasta que estés consumiendo ¾ de vaso de jugo de apio combinado con ¼ de vaso de jugo de manzana, y el jugo de 15 hojas de lechuga sin manzana. Hacer una toma en ayunas durante 30 días.