Tres recientes estudios avalan una de las hipótesis más fuertes, pero también más polémica de la oncología contemporánea: que los tumores se forman del mismo modo que los órganos. Las investigaciones, dos publicadas en Nature y una en Science, suman evidencia de que las protuberancias se desarrollan a partir de una pequeña cantidad de células madre que, además, serían las culpables de que el cáncer reaparezca después del tratamiento.
Los expertos ya sabían que, en gran parte de los casos de la patología, no bastaba con destruir gran parte del tumor, porque las pocas partículas sobreviven a la terapia son capaces de reconstruir el cáncer. A partir de esta premisa, surgieron hipótesis de que existían en la parte resistente de la protuberancia, células madre programadas para reproducir la anomalía. Las nuevas investigaciones demostraron la existencia de estas células en modelos animales de tres de los cánceres más refractarios al tratamiento: los de piel, intestino y cerebro.
Tradicionalmente, los tumores se percibían como células enloquecidas que empezaban a proliferarse de manera caótica al escaparse de los controles habituales. Pero según indicaron los propios investigadores al diario español EL PAÍS, la confirmación de la nueva hipótesis supondría un cambio de paradigma en la biología del cáncer, ya que ésta supone que estas protuberancias se forman con unas pocas células madre que poseen un crecimiento ordenado y jerárquico, algo muy similar a la creación de los órganos y tejidos.
El biólogo molecular colombiano Luis Parada, de la Universidad de Texas, EEUU, fue uno de los autores de la investigación publicada en Nature, que utilizó ratones modificados como modelo del cáncer de cerebro más común, hoy incurable: el glioblastoma humano. Los expertos analizaron el cáncer primario, es decir, el que no se debió a una metástasis y hallaron que la agresividad del tumor, que le da a los pacientes apenas un año de vida, se debe a su resistencia a los tratamientos, incluso tras su extracción por cirugías.
Según explicó Parada al periódico, su equipo identificó un conjunto de células de la protuberancia “que crecen despacio o permanecen en descanso” y parecen ser “la fuente de recurrencia del cáncer” tras el tratamiento estándar, es decir, la terapia con el fármaco temozolomida. Al respecto, el biólogo especificó que la droga “ataca a las células cancerosas que crecen más deprisa, pero no a esas otras que son las responsables de reconstruir los tumores”.
A través de este estudio, se logró “la primera identificación” de una célula madre de un tumor formado dentro del cuerpo de un mamífero, expresó Parada a la par que indicó que antes, las evidencias sobre estas partículas eran más indirectas.
Otro de los estudios, también publicado en Nature, llega a conclusiones muy similares con el cáncer de piel. El científico Cédric Blanpain y su equipo de la Universidad Libre de Bruselas indentificaron una subpoblación persistente de células cancerosas con todas las propiedades de las células madre en ratones humanizados.
La última investigación, publicada en Science, se abocó a los cánceres intestinales. El lider del trabajo Hugo Snippert, de la Universidad de Utrecht en Holanda declaró a EL PAÍS que los tres trabajos constituyen “una fuerte evidencia de que hay una jerarquía entre las células de un tumor” al igual que en un tejido sano normal. También de que las células madres del cáncer son también similares a las células madre del tejido sano.