La aparición de ronchas rojas en la piel, acompañada de picazón, hinchazón e inclusive dolor, puede corresponder a lo que clásicamente se ha venido llamando Urticaria Crónica Idiopática (UCI), y que actualmente por consenso se denomina Urticaria Crónica Espontánea (UCE). Este cuadro, que produce molestias y deteriora la calidad de vida d, a menudo se confunde con otras afecciones, o no es tratado por especialistas, lo que lo prolonga sin alivio. Por esta razón, la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) enfatizó la necesidad de llegar a un diagnóstico certero y de un manejo actualizado de la enfermedad al seguir los lineamientos internacionales.
En este sentido, se aguarda la pronta actualización de las Guías Europeas3 de tratamiento de la UCI/UCE, en las que se incorporarán cambios en el abordaje de la patología a fin de optimizar el resultado en base a los últimos hallazgos científicos.
A flor de piel
La urticaria crónica se presenta de forma permanente o recurrente y consiste en la continua aparición de habones (bultos) en cualquier parte de la superficie corporal durante más de seis semanas. Estas protuberancias son, por naturaleza, evanescentes. Los pacientes con un brote de UCE/UCI pueden prolongar su enfermedad durante largos períodos de tiempo, de hasta cinco años.
Además, entre el 30 y el 40% de los afectados con formas severas presenta angioedema (inflamación de las capas profundas de la piel), cuya causa, mecanismo y tratamiento son los mismos, ya que sólo se diferencia de la urticaria en la profundidad del tejido al que afecta.
La UCI/UCE produce un deterioro de la calidad de vida del paciente al provocar con frecuencia insomnio y comorbilidad psiquiátrica6. Se estima que la prevalencia oscila entre el 0,5% y el 1% de la población en todo el mundo5.
«La fisiopatología o mecanismos que subyacen a la urticaria crónica pueden ser variados. Además, mientras dura, la piel está muy reactiva a toda clase de estímulos, en particular a todo lo que provoca un aumento de temperatura cutánea a través de vasodilatación (actividad física, fiebre, ciertos alimentos, especies, alcohol, exposición al sol, por ejemplo), situaciones estresantes, afecciones autoinmunes o endocrinológicas, algunos tipos de infecciones y otras. Si bien muchas veces no son la causa de la enfermedad, es evidente que en muchos casos la agravan», señaló el doctor Jorge Máspero, médico especialista
El abordaje terapéutico
El manejo de los síntomas crónicos se basa en evitar la causa si se conoce y el uso de fármacos como antihistamínicos u otros medicamentos de modo continuado, según la severidad de los síntomas. «Aproximadamente el 50% de los pacientes no responden al tratamiento con antihistamínicos no sedantes a dosis habituales y requieren un incremento de dosis de antihistamínicos. Aun así, todavía hay personas que precisan, para el control de la enfermedad, de inmunosupresores como corticoides o ciclosporina A, que pueden tener efectos adversos considerables», señaló la doctora Ana Giménez Arnau, dermatóloga del Hospital del Mar y miembro del grupo de investigación en enfermedades dermatológicas inflamatorias del IMIM (Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, España).
Es por eso que las nuevas guías prevén el uso en tercera línea de un fármaco utilizado para la mejora del asma bronquial severa de origen alérgico, el omalizumab, con buenos resultados. La especialista, que es una de las autoras de las Guías de Tratamiento Europeas, participó de un estudio con esta drogas junto con instituciones de Alemania, Estados Unidos y Reino Unido, en el que se demostró la eficacia en pacientes que no mejoran con antihistamínicos: «ya en la semana 12 se vio una diferencia significativa entre los grupos que recibían una dosis de 150 ó 300 mg de dicho fármaco respecto a los que recibían 75 mg o placebo. En un 23% de pacientes que recibían una dosis de 150 mg y un 53% de los que recibían una dosis de 300 mg, les desapareció completamente tanto el picor como la urticaria», afirmó.
Arnau indicó que «el objetivo terapéutico es precisamente la rápida remisión completa de los síntomas y signos, picor, habones y angioedema, para entonces mantener la terapia durante unos meses y luego poco a poco eliminarla, consiguiendo la desaparición completa de la enfermedad». En vista de los resultados obtenidos, «se impondrá en un futuro inmediato la reformulación de las Guías a fin de modificar el algoritmo de tratamiento, ya que la respuesta de los pacientes ha sido sumamente positiva».