China autoriza la donación póstuma de órganos para trasplantes

La práctica siempre fue reducida por cuestiones religiosas. Hasta el momento se dependía de órganos de personas ejecutadas. Con la medida se busca reducir el tráfico ilegal.

China ha comenzado a permitir a sus ciudadanos la donación póstuma de sus órganos para trasplantes, con el fin de reducir la controvertida dependencia de los órganos de ejecutados, informó hoy el diario estatal «China Daily», que cita al viceministro de Salud chino, Huang Jiefu.

 
Huang explicó que el nuevo sistema de donaciones, iniciado en marzo, se aplicará primero sólo en 10 ciudades chinas, entre ellas Tianjin (norte), Wuhan (centro) y Shenzhen (sur), aunque con miras a extenderlo a nivel nacional en los próximos años.

Hasta ahora, los ciudadanos sólo podían donar de forma póstuma sus órganos para su uso en investigación científica, por lo que los trasplantes en el país se llevaban cabo con donaciones de pacientes vivos o de ejecutados (siempre con autorización del condenado, según Pekín).

De acuerdo con el nuevo sistema, cualquier persona podrá firmar un documento autorizando el uso de sus órganos tras su muerte tramitándolo en oficinas de la Cruz Roja en el país, que colabora con el Ministerio de Salud en este programa.

Huang también destacó que con el nuevo sistema se espera reducir el tráfico de órganos en el país, todavía pujante pese que fue expresamente prohibido por la ley en 2007.

Según el Ministerio de Salud chino, cerca de 1,5 millones de personas al año necesitan trasplantes, pero en las condiciones actuales sólo hay disponibles unos 10.000 órganos cada año, por lo que un elevadísimo porcentaje (de entre el 80 y el 99 %, según distintas fuentes) muere sin ser operado.

En China, donar es todavía una práctica muy minoritaria, por la prevalencia de tradiciones religiosas y sociales que aún consideran poco apropiado que una persona esté «incompleta» a la hora de ser enterrada o incinerada.

La todavía opaca situación de las intervenciones en China ha motivado este año también polémica en España, a raíz de que el pasado marzo el diario «El País» publicara un reportaje revelando que al menos tres ciudadanos españoles se habían hecho trasplantes en China.

 
Uno de ellos, Óscar Garay, se sometió a un trasplante de hígado en 2008, cuando ya estaban en vigor las nuevas leyes contra el tráfico de órganos, en un hospital de Tianjin (una de las ciudades donde ha comenzado a permitirse la donación póstuma).

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