”La detección precoz de los indicadores de autismo en los niños resulta clave para una mejor terapia de ese trastorno”, afirmó Agustina Richiusa, miembro de la regional La Plata del Colegio de Fonaudiólogos. Según estadísticas de entidades especializadas, en Argentina el problema afecta a 1 de 166 chicos en edad escolar.
Esta es una de las disciplinas de la salud «habilitada para intervenir en el tratamiento de esta enfermedad. De hecho, la mayoría de los casos que terminan con diagnóstico de Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) comienzan en una consulta al fonoaudiólogo”, dijo la especialista.
Según relató, los padres llegan al consultorio preocupados por los problemas que sus hijos presentan para comunicarse, para comenzar a hablar o por la aparente pérdida auditiva.
“Los niños no responden cuando son llamados por su nombre, sin embargo los padres se ven confundidos porque ante otros sonidos responden a intensidades normales, e incluso algunos sonidos habituales de la vida diaria suelen molestarles demasiado» debido a «la hipersensibilidad auditiva presente frecuentemente en los niños con TGD», explicó Richiusa.
El Colegio de Fonoaudiólogos indicó que “para darse un diagnóstico de autismo deben cumplirse seis o más manifestaciones de un conjunto de trastornos de la relación, de la comunicación y de la flexibilidad”.
El primer síntoma de alarma por lo cual consultan las familias es -en un alto porcentaje- la ausencia de lenguaje y la falta de comunicación, señaló la entidad. «Por eso decimos que es muy importante el rol del fonoaudiólogo, ya que en muchos casos es la primera consulta que realiza la familia, por lo tanto el profesional debe estar preparado y formado para poder realizar una buena evaluación del niño y hacer las derivaciones pertinentes», explicó Mónica Dudok, especializada en estas problemáticas.
Según se resaltó, el Colegio promueve el perfeccionamiento para tratar el TGD y por eso en las III Jornadas de Actualización de Fonoaudiología -que se realizarán el 13 y 14 de mayo-, habrá exposiciones de especialistas en el tema.
«Serán invitados expertos en tratamientos para el TGD y habrá un abordaje multidisciplinario», explicó la vicepresidente del Colegio, Ana Uriarte. En la capital bonaerense funcionan dos hospitales públicos que atienden TGD y autismo, el Elina de la Serna y el de Niños, en el servicio de Psicopatología. Además, se atienden y realizan tratamientos en seis institutos privados.
Una de las opciones locales es la terapia cognitivo conductual: profesionales coordinados por un psicólogo especializado en el tema realizan tratamiento domiciliario e inclusive asesoran a la escuela a la que concurre el niño con TGD.
«En todos los casos, se trabaja junto con profesionales de otras ramas de la medicina y la psicología que abordan desde esa perspectiva el autismo», detalló el Colegio
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Actualmente «la intervención del fonoaudiólogo resulta muy útil para el tratamiento, que indefectiblemente debe ser interdisciplinario», aclaró Rochiusa.
Por su parte Dudok indicó que el autismo se puede detectar «alrededor de los 2 años, aunque podemos hablar de indicadores precoces» como «la ausencia de conducta comunicativa con intención».
Esas conductas comunes en la infancia, dijo, son «las que utiliza el niño desde temprana edad para compartir experiencias o para pedir (señalar con el dedo, por ejemplo, o buscar la mirada del adulto para compartir algo), además de la ausencia de juego simbólico».
«Además el fonoaudiólogo debe estar informado sobre las diferentes líneas de intervención en el autismo para lograr ofrecerle al niño las herramientas que más se ajusten a las dificultades del mismo», aclaró la especialista.
El autismo «es un trastorno en espectro, por lo tanto ningún niño presenta la misma sintomatología que otro» por lo que los profesionales deben adecuase a las necesidades y al potencial de cada niño en particular”, apuntó el Colegio.
En la etapa actual de la investigación se pone el acento en la importancia de los apoyos y de la asistencia psicoeducativa a lo largo de la vida del paciente con autismo.
También se sabe que este trastorno no es propio de la infancia sino que acompaña al individuo a lo largo de su vida, por lo que hay que pensar además en un adulto autista y en la evolución y cambios del programa educativo terapéutico con el trascurso de los años.
«No se saben con certeza los motivos y tampoco se ha encontrado una herramienta sanitaria para su curación», acotó Richiusa.
La especialista resaltó que a partir de la intensificación de los tratamientos y la posibilidad de abordarlos desde temprana edad, se logra controlar las conductas más aislacionistas de los pacientes que resultan más perjudiciales para el niño y para el entorno familiar.