POR LA DRA. MARTA ZERGA.- |

Linfoma de Hodgkin: la detección temprana es clave

El linfoma de Hodgkin es una enfermedad tumoral del tejido linfoide (ganglionar). Su anatomía patológica particular permite diferenciarla de un grupo mucho más amplio y heterogéneo de enfermedades que se denominan por la negativa como linfomas No Hodgkin.

No existen cifras oficiales que nos permitan precisar la  incidencia del Linfoma de Hodgkin o Enfermedad de Hodgkin en la Argentina, pero extrapolando los datos de otros países, se calcula que es de tres nuevos casos por cada 100.000 habitantes por año.

La enfermedad compromete a ambos sexos por igual y si bien puede presentarse a cualquier edad, suele predominar en dos grupos etarios. El  primero, más numeroso, corresponde a pacientes adolescentes y adultos jóvenes, mientras que el segundo pico de incidencia, algo menor, se observa en el adulto entre los 50 y 60 años. 

Desde el punto de vista patológico se reconocen dos variantes: una forma mucho más frecuente (95 % de los casos) denominada Hodgkin clásico, y una forma más rara (5 %) llamada Hodgkin de predominio linfocitario.  Ambas pueden ser reconocidas por el patólogo especializado mediante estudios convencionales y técnicas especiales.

La enfermedad tiene un inicio unifocal, es decir que se origina en un ganglio o grupo ganglionar único, y desde allí se extiende por vía linfática a los grupos ganglionares contiguos, por lo que siempre es pasible de ser detectada en etapas precoces con altas chances de curación con el tratamiento inicial. De allí la importancia de sospechar la enfermedad a fin de diagnosticarla precozmente.

Se presenta con agrandamiento ganglionar no doloroso (por lo general con ganglios palpables en el cuello o en las axilas), si bien también pueden estar aumentados  los ganglios profundos, especialmente en el tórax (mediastino) pudiendo ocasionar tos o sensación de falta de aire, y más raramente en el abdomen, incluso con agrandamiento del bazo y del hígado. En algunos casos se presentan síntomas generales inespecíficos como pérdida de peso, sudoración especialmente en la noche, fiebre vespertina sin infeccióno picazón sin lesiones aparentes de la piel.  

Una vez confirmado el diagnóstico mediante el estudio patológico sobre la biopsia ganglionar, se realizan una serie de estudios (exámenes de laboratorio, tomografía o PET/Tc, etc), para definir la extensión de la enfermedad y por ende su estadio.

El tratamiento inicial se basa en el uso de drogas quimioterápicas y en algunos casos el agregado de radioterapia. La duración del tratamiento se determina en función de la extensión de la enfermedad. Con dicho tratamiento entre el 70 al 80 % de los casos puede curarse, lo que la convierte en una enfermedad oncológica con un alto índice de éxito terapéutico. Este porcentaje de curación con el tratamiento inicial trepa a cerca del 90 % de los pacientes en estadios iniciales de la enfermedad. Sólo un  porcentaje bajo de pacientes (5 a 10 %) no responden al tratamiento inicial (pacientes refractarios primarios) y en un 20 a 30 % la enfermedad reaparece luego de una respuesta inicial (pacientes recaídos).

En estas dos últimas categorías de pacientes (recaídos y refractarios) deben intentarse otras estrategias terapéuticas que incluyen esquemas de quimioterapia de mayor intensidad (quimioterapia de rescate) en muchos casos seguidas de autotrasplante de médula ósea. Frente a la falla de estas estrategias han surgido recientemente nuevas alternativas como lo son otras modalidades de trasplante, el uso del anticuerpo monoclonal anti CD 30 (brentuximab) dirigido hacia la célula de la enfermedad y las opciones de inmunoterapia.

En síntesis, los resultados terapéuticos en la enfermedad de Hodgkin resultan muy alentadores, por un lado porque el tratamiento inicial permite la curación en un alto porcentaje de pacientes, y por otro lado, porque en aquellos casos en que el tratamiento inicial no erradica la enfermedad (pacientes recaídos y refractarios) han aparecido recientemente nuevas alternativas terapéuticas.  

*La Dra. Marta Zerga es Directora del área médica del Instituto “Angel H. Roffo” y Presidente de la Sociedad Argentina de Hematología.

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