Meningococo: ahora se puede inmunizar a los bebes de dos meses

Por Francesco Garabello.- La nueva indicación de la vacuna cuadrivalente está dirigida a una población de riesgo hasta ahora no protegida. Según expertos, el 88% de los casos de enfermedad en menores de un año ocurre antes de los nueve meses. 

La enfermedad meningocócica, que afecta más a niños pequeños que a adultos, es motivo de preocupación en todo el mundo debido a que del 10% al 20% de quienes la padecen muere por la infección. Otro grupo de las personas afectadas por esta bacteria, del 10% al 20% sufre complicaciones como amputaciones, daño cerebral o sordera. Desde 2010 existe una vacuna que protege contra cuatro de las cinco serogrupos más frecuentes de la bacteria Neisseria meningitidis (A, C, W135, Y), responsable de esta patología. Ahora, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó su uso en bebés a partir de los dos meses.

“Esta nueva indicación es muy importante, porque los niños pequeños menores de un año son los más afectados. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, la mayor cantidad de casos fatales se presenta entre los menores de 5 años de edad, especialmente en los menores de 1 año.” afirmó el doctor Daniel Stamboulian, Presidente de FUNCEI-FIDEC. En Argentina, durante 2012 se registraron 181 casos de enfermedad meningocócica, donde la población más afectada resultó ser la menor de 1 año (68 casos). Entre estos, el 88% (60 casos) de los afectados tenía menos de 9 meses.

Se trata de una enfermedad impredecible y devastadora que suele progresar rápidamente e incluso producir la muerte entre las 24 y las 48 hs después del inicio de los síntomas. Además, aparece en personas saludables sin factores de riesgo. La infección por meningococo puede presentarse como meningitis bacteriana (infecta las membranas que recubren al cerebro y la médula espinal) o en forma de sepsis, una infección generalizada de la sangre). Se estima que cada año se producen unos 500.000 casos alrededor del mundo, con una incidencia estimada en 0,6 casos por 100.000 habitantes en Argentina.

“La forma clínica más común es la meningitis, afecta especialmente a niños menores de un año, donde la tasa de ataques, es decir, la cantidad de casos por habitantes es mucho más alta que en otras edades. Es una enfermedad que, si bien no es muy frecuente, es muy grave, tiene una alta mortalidad y es muy difícil detectarla precozmente ya que afecta a niños sanos que pasan rápidamente, en unas pocas horas, de un estado de salud a un estado de enfermedad, un 20-25% puede requerir terapia intensiva” afirmó el doctor Eduardo López, Jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y Profesor de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador.

Manifestaciones de la enfermedad

Los síntomas característicos de esta patología son fiebre alta, confusión, vómitos y fotofobia (sensibilidad a la luz). Sin embargo, inicialmente suelen ser inespecíficos, sobre todo en los lactantes, y similares a un estado gripal. Por tal motivo, para los especialistas, muchas veces es difícil diagnosticar esta afección tempranamente.

“Esta enfermedad es repentina, severa, impredecible y de rápida evolución. Un bebé sano puede pasar, en pocas horas, de una consulta por una simple fiebre a estar internado en terapia intensiva con una enfermedad grave causada por meningococo.” Explicó el doctor Enrique Casanueva, jefe de la Sección Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral.

“Los primeros síntomas en los niños pequeños, en especial lactantes, suelen ser inespecíficos, sin embargo, debido a su rápida evolución, es fundamental tener un alto índice de sospecha para su diagnóstico” agregó, por su parte, el doctor Stamboulian.

El ciclo del germen

La mayoría de las personas transporta el meningococo en la cavidad nasofaringe (nariz y garganta) de manera asintomática en algún momento de su vida, y esa tasa de portación alcanza su pico máximo en los adolescentes y adultos jóvenes. Se estima que entre el 10% y el 20% de la población es portadora sana de la bacteria, y que una vez adquirida la persona puede convivir con ella hasta por 5 o 6 meses.

Si bien menos del 1% de los portadores desarrollan la enfermedad, pueden transmitir la bacteria a otros individuos estando sanos. “El contagio de los niños pequeños, que son susceptibles a la enfermedad más que en otras edades, puede realizarse a través del contacto estrecho de los convivientes (padres, familiares, cuidadores) que pueden ser portadores sanos de la bacteria” afirmó López.

Además, el contacto cercano con un enfermo puede incrementar de 400 a 800 veces el riesgo de adquirir el mircroorganismo, que puede transmitirse fácilmente entre las personas por medio de las gotitas de saliva que se desprenden al toser, estornudar y por el contacto directo a partir de un beso o al compartir un vaso o un mate. Las condiciones ambientales como el hacinamiento y el frío también pueden influir en el contagio.

La mortalidad por meningococo en Argentina está entre el 10 y el 20%. En los hospitales de alta complejidad el porcentaje puede bajar hasta un 6% y trepar hasta el 20% en los centros de menor complejidad. Sin embargo, en todos los países de América Latina se observa una mortalidad similar por esta bacteria, en Brasil alcanza el 25%, Chile el 20% y, en países desarrollados como EEUU, la mortalidad por esta infección se ubica entre el 10% y el 15%. Según indicó López a Docsalud.com, “por más que tengamos enormes recursos de terapia intensiva, este germen es tan hábil para invadir el sistema que es muy difícil de tratar”.

Esta bacteria está adaptada para sobrevivir a la respuesta del sistema inmunológico. Según explicó el infectólogo del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, el meningococo posee una cápsula que la protege En segundo lugar tiene unos elementos llamados fimbrias, que son como pequeños pelos que le permiten adherirse a la cavidad orofaringia y, una vez lograda esta adherencia, poder pasar al torrente sanguíneo.  Incluso en la sangre, este agente biológico posee mecanismos de evasión que le permiten sobrevivir en este medio. Se trata de ciertas proteínas que le conceden la posibilidad de circular hasta adherirse en los receptores de las células de las meninges u otros lados. “La única manera de evitar este ciclo es lograr que la bacteria muera y, para ello, se requieren anticuerpos bactericidad. Esto solo se puede lograr a través de la vacunación o desarrollando anticuerpos contra aquel serogrupo específico que contraemos al contagiarnos”., indicó López. Una vez adquirido el germen, nuestro organismo define la posibilidad de tener anticuerpos y no enfermarse o si para a sangre y desarrolla la enfermedad, en un lapso de tiempo de una semana a 10 días.

“Lo mejor que podemos hacer para combatir al meningococo es vacunar. Después están las otras medidas generales como evitar compartir utensilios, el hacinamiento o el contacto estrecho entre individuos que también favorecen el contagio”, agregó López.

 

Una familia numerosa

Se identificaron 12 serogrupos de N. meningitidis, de los cuales cinco (los serogrupos A, B, C, W-135, Y) son responsables de la mayoría de los casos de la enfermedad. En la Argentina, al igual que en otros países, su presencia se ha ido modificando con el tiempo. Entre 1995 y el año 2000, el serogrupo prevalente fue el C; de 2006 a 2007, el más frecuente fue el B, que representó el 72% y el 67% de los aislamientos respectivamente. A partir de 2008 se observó un aumento progresivo de la variante W-135, que desde 2010 se ha convertido en el de mayor incidencia, en 2012 representó el 56% de los casos reportados. “Preveo que, en los próximos cinco años, esta cepa va a estar presente con un impacto grande. En general, los cambios de prevalencia de los serogrupos no ocurren de un año para el otro, sino que suelen establecerse en ciclos de entre cuatro y cinco años”, agregó el Dr. López

Vacunar para prevenir

Además de tener un mayor riesgo de contagio, en los niños pequeños la detección y el diagnóstico de la enfermedad son más complicados. Dado que los signos y síntomas no son tan claros, los expertos insisten en que la vacuna es la mejor forma de evitar problemas que muchas veces resultan irreversibles. “Podemos tomar medidas para reducir el riesgo de contagio como lavarse las manos, cubrirse la boca al toser o estornudar, evitar el intercambio de elementos que los niños se lleven a la boca y ventilar los ambientes, sin embargo, la herramienta más efectiva para la prevención sigue siendo la vacunación” afirmó Casanueva.

En la actualidad, la Argentina cuenta con vacunas que previenen el contagio de los serogrupos más frecuentes, con excepción del B, contra el cual la agencia que regula los medicamentos en Europa (EMA) aprobó recientemente una vacuna que aquí todavía no está disponible. La nueva indicación aprobada de la vacuna antimeningocócica A,C,W135.  Pero sólo existe sólo una vacuna disponible para estos serogrupos a partir de los 2 meses de vida. “La disponibilidad de la inmunización cuadrivalente desde esta edad brinda la oportunidad de vacunar a los niños pequeños, quienes son los más afectados por esta devastadora patología.

Desde el punto de vista epidemiológico, en Argentina hay dos situaciones que remarcan la importancia de proteger a los niños pequeños contra esta enfermedad. En primer lugar, el serogrupo W135 (que está incluido en la vacuna) es el principal causante de enfermedad meningocócica. En segundo lugar, los menores de un año son el grupo etario más afectado, tanto en términos de morbilidad como de mortalidad”, afirmó el doctor Stamboulián.

“Si uno quiere prevenir la enfermedad por meningococo y sus consecuencias, es fundamental vacunar lo más precozmente posible. Uno puede inmunizarse a cualquier edad pero teniendo cuenta que la enfermedad comienza con mucha mayor frecuencia antes del año comenzar a vacunar a partir de los 2 meses es lo ideal.” concluyó López.

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