MSF pide que se frene la tuberculosis multirresistente

La tuberculosis multirresistente es una «epidemia» y los gobiernos deberían ser conscientes de ellos y actuar en consecuencia, alertó hoy Médicos Sin Fronteras (MSF), que pretende así influir en la nueva estrategia sobre la enfermedad, que se aprobará esta semana durante la Asamblea Mundial de la Salud.

Esta semana se reúnen en Ginebra los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una reunión anual en la que establecen prioridades sobre salud pública en el mundo.

En esta edición, la sexagésimo séptima, se pretende redactar una nueva estrategia sobre tuberculosis y nuevos objetivos a alcanzar para las dos décadas siguientes a 2015.

MSF alaba esta decisión, pero insiste en que los gobiernos deberían poner énfasis en la tuberculosis multirresistente (MDR-TB en sus siglas en inglés), que avanza de forma sostenida y para la cual no existen medicamentos adecuados.

La OMS estima que anualmente se dan entre 8,6 y 9 millones de casos de tuberculosis en el mundo, pero los sistemas de salud de los países notifican unos 6 millones, por lo que otros 3 quedan si detectar.

De los 6 millones detectados se estima que aproximadamente entre 450.000 y 500.000 son casos de tuberculosis multirresistente, aunque de estos 500.000 «sólo» se diagnostican unos 90.000.

La OMS declaró el año pasado que la MDR-TB era una «crisis» sanitaria y debía tratarse «con urgencia», por lo que se espera que se redacte una estrategia global y se establezcan objetivos para la prevención, cuidado y control de la enfermedad.

Pero para MSF no es suficiente y quieren que haya un compromiso público específico para MDR-TB en el que se establezca un plan de acción para dotar de fondos la lucha contra la enfermedad, que obligue a ofrecer acceso universal al tratamiento y que asegure la investigación necesaria para encontrar nuevos fármacos.

La ONG recuerda que, actualmente, las personas que padecen MDR-TB sólo tienen dos soluciones, o bien mueren sin tratamiento o pasan por un difícil y duro proceso que dura dos años y que les lleva a tomar 20 pastillas por día más recibir dolorosas inyecciones para sólo tener un 50 por ciento de posibilidades de sobrevivir.

Los pacientes que padecen esta forma de la enfermedad no pueden acceder a los medicamentos más nuevos porque éstos no surgen efecto, por lo que tienen que recurrir a los más antiguos, e ingerir grandes cantidades de medicamentos para que éstos sean efectivos.

El problema es su baja efectividad y sobre todo los efectos secundarios, algunos de ellos muy graves como la sordera permanente o transtornos mentales como alucinaciones o instintos suicidas.

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