¿Por qué son riesgosos los brotes de semillas?

Durante el período de verano en Europa, el consumo de brotes comestibles provocó una epidemia de infección por la bacteria E. coli, productora de toxina de Shiga. Causó más de 4.000 enfermos, unos 900 casos de síndrome urémico hemolítico y 50 muertes.

Los brotes crudos son un vehículo perfecto para transmitir enfermedades infecciosas

Muchas personas consideran que los brotes o semillas germinadas son nutritivos y beneficiosos. De hecho, son una fuente importante de vitaminas, minerales y oligoelementos (elementos químicos que intervienen en el metabolismo y nutren nuestro sistema inmunológico).

 

Sin embargo las lecciones aprendidas indican que, lejos de ser seguros, los brotes crudos son un vehículo perfecto para transmitir enfermedades infecciosas. Por otra parte, las semillas y los porotos necesitan de calor y humedad para germinar, dos condiciones igualmente ideales para el crecimiento de determinadas bacterias como Salmonella, E. Coli y Listeria, que causan infecciones severas en las mujeres embarazadas y en las personas mayores. Cuando se reproducen industrialmente estas condiciones ambientales, se favorece aún más la reproducción de estos patógenos.

 

Desde que se los conocen como fuente de infecciones transmitidas por alimentos, los brotes son uno de los principales sospechosos para los epidemiólogos que investigan estos casos. En los Estados Unidos se han registrado múltiples epidemias causadas por brotes de alfalfa, poroto y trébol.

 

Realizar cultivos seguros no es tarea fácil. Es importante supervisar la seguridad alimentaria de los brotes. Por lo general el problema surge por la utilización de semillas contaminadas. No obstante, muchos productores las descontaminan antes de germinarlas, pero ningún método ha probado ser completamente efectivo.

 

Las personas que comen brotes crudos deben estar informadas del riesgo que implica su consumo, incluso aquellos que germinan sus propias semillas, porque la contaminación bacteriana comienza ahí mismo. Por lo general, las infecciones comprometen a personas susceptibles de enfermar como niños, ancianos, mujeres embarazadas e individuos con disminución de las defensas. Sin embargo también afectan seriamente la salud de personas jóvenes y sanas.

 

No es necesario haber comido grandes cantidades de brotes comestibles para adquirirlas. El consumo de una pequeña cantidad alcanza para desencadenar una infección alimentaria. A veces los afectados no recuerdan haberlos comido porque eran tan solo un ingrediente más en una ensalada.

 

Qué hacer para disminuir el riesgo

 

• Aquellos con mayor peligro, como niños, ancianos, embarazadas y personas con inmunodeficiencias no deben consumir brotes.

• Cocinar los brotes antes de ingerirlos. El calor destruye las bacterias.

• No comer brotes cuando fuera de su casa. Solicite que no los agreguen a su comida. 

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