¿Se puede patentar el ADN?

Esa misma pregunta se hizo la Suprema Corte de EEUU durante un litigio sobre dos genes vinculados al cáncer de mama y ovario. Es que una empresa privada quería patentarlos, lo que generó polémica.

El ADN, como producto de la naturaleza o resultado de un hallazgo científico, ¿puede ser patentado?. Esta es la pregunta que se formuló la Suprema Corte de EEUU en un litigio sobre dos genes vinculados al cáncer de mama y de ovario.

Durante una audiencia de poco más de una hora, los nueve magistrados que componen la Corte no parecían alcanzar un acuerdo sobre este litigio que podría tener repercusiones importantes en el sector de la biotecnología y de la investigación genética.

Examinaron uno por uno el ejemplo del oro, producto natural que se extrae del suelo con fines comerciales, de un bate de béisbol, que se recorta de un tronco de árbol, e incluso de una planta oriunda de la Amazonía que se usa con fines medicinales.

«Extraer simplemente un producto natural no es suficiente»; estos productos, todos procedentes de la naturaleza, no pueden ser patentados, afirmó ante la Suprema Corte Christopher Hansen, abogado de la Asociación de patología molecular que, junto con investigadores, médicos y enfermos, critican la decisión de la empresa Myriad Genetics de patentar dos genes que permiten identificar el cáncer de mama y el de ovario.

Por su lado, el abogado de Myriad, Gregory Castanias, afirmó que los genes son «construcciones humanas» y no podían ser comparados con órganos humanos como el hígado o los riñones, que no podrían ser patentados.

Myriad presentó nueve patentes por dos genes que logró aislar, el BRCA 1 y 2, cuyas mutaciones hereditarias hacen aumentar fuertemente el riesgo de padecer un cáncer de mama y de ovario.

Reunidos ante la Suprema Corte, médicos y mujeres que sufren o han padecido estas enfermedades estimaron que el monopolio de Myriad sobre estas patentes impide seguir adelante con nuevas pruebas médicas y resulta una traba para investigar.

«El conocimiento no se puede patentar«, declaró James Watson, premio Nobel por haber co-descubierto en 1953 la estructura del ADN, a quien «nunca» se «habría ocurrido» patentar su hallazgo.

El profesor Harry Ostrer, médico y profesor de patología y genética en Nueva York se preocupó ante la falta de competencia, lo que le impide proponer otros tests a sus «pacientes pobres del Bronx».

En la majestuosa sala de audiencias, la mayoría de los jueces de la Corte Suprema no podían ocultar su preocupación al ver que Myriad se apropiaba de un gen que simplemente aisló.

La jueza Sonia Sotomayor propuso incluso con cierta ironía patentar una receta propia de galletas de chocolate, pero no «la sal, ni la harina ni los huevos» que usó para hacerlas.

El defensor del gobierno, Donald Verrilli, abogó por un compromiso al estimar que el «material genético sintético» podía ser patentado como producto de la creación del hombre, en oposición a los genes aislados del cuerpo humano. Una opción intermedia que podría tentar a los jueces.

«En Alemania o en Francia, no se puede obtener una patente simplemente por haber aislado un ADN», declaró Verrilli.

En este caso, algunas de las patentes de Myriad sobre el ADN complementario -es decir, la copia de ADN de una célula sintetizada artificialmente- podrían sobrevivir.

Cerca de 20% de los 240.000 genes humanos son objeto hoy de una patente, entre ellos algunos vinculados a la enfermedad de Alzheimer o a diversos tipos de cáncer.

Estas patentes son a veces propiedad de empresas privadas pero también de universidades y de institutos de investigación que buscan mantenerlos en esferas públicas para impedir que las empresas se las apropien.

La Suprema Corte emitirá su fallo a fines de junio.

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