Afirman que estar en la cima social eleva el estrés hormonal

Científicos investigaron a bebuinos salvajes, monos genéticamente cercanos al hombre que también viven en sociedades complejas. Determinaron que los “machos alfa” padecen el trastorno por la energía que deben utilizar para mantener su lugar de privilegio.

Para el estudio analizaron babuinos, monos genéticamente cercanos a los humanos

Estar en la cima de la sociedad eleva el estrés hormonal y acarrea un costo psicológico mayor del que se pensaba hasta ahora, según un estudio de la Universidad de Princeton publicado en la revista Science que se basa en un grupo de babuinos salvajes, monos africanos de 75 centimétros de altura.

 

Trabajos anteriores señalaron que las ventajas de estar en lo más alto de la jerarquía social, como un mejor acceso al alimento y a las parejas, superaban a los inconvenientes, por lo que se consideró que los denominados «machos alfa» sufrían menos estrés que sus iguales de menor rango.

 

Sin embargo, un ecologista de Princeton y su equipo rebatieron esta teoría a través del estudio de 125 babuinos salvajes, animales genéticamente cercanos al hombre y que, como él, viven en sociedades complejas.

 

Según la investigación, el estrés que sufren los babuinos de mayor rango se debe a la energía que deben utilizar para mantener su posición social.

 

«Una conclusión importante de nuestro estudio es que para algunos animales, y posiblemente también para los humanos, ocupar la posición más alta en una sociedad implica costos y beneficios únicos, que pueden persistir tanto cuando el orden social se mantiene estable como cuando experimenta cambios», explicó el director del estudio, Laurence Gesquiere.

 

Por eso, los resultados de la investigación podrían tener implicaciones en el estudio de las jerarquías sociales y del impacto de la posición social en la salud y el bienestar, tanto en animales como en humanos.

 

El estudio se basa en una muestra de 125 machos adultos de cinco grupos sociales diferentes en una comunidad de babuinos salvajes de la cuenca Amboseli, en Kenia. Durante nueve años, los investigadores midieron los niveles de testosterona y glucocorticoide en muestras fecales de los babuinos.

 

Los datos que recoge este estudio son hasta diez veces más completos que los anteriores disponibles para primates no humanos, lo que, según los investigadores, les permitió controlar importantes variables que podrían afectar a los resultados.

 

«El tamaño de la muestra y el periodo estudiado permiten que los resultados no dependan de las características de cada individuo particular, sino que reflejan los efectos a largo plazo de ocupar una posición alta en la sociedad», esgrimió uno de los coautores, Susan Alberts.

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