La realidad actual de la mujer impide muchas veces la continuidad de la lactancia materna una vez que se reincorpora a la actividad laboral. En este contexto, resulta importante enfatizar que actualmente la madre cuenta con diversidad de opciones que facilitan el seguimiento de la práctica.
Según la Ley de Contrato de Trabajo 20.744, la madre, una vez que vuelve a su empleo, dispone de dos descansos de media hora para amamantar a su hijo en el transcurso de la jornada laboral por un período que no supere el año posterior a la fecha de nacimiento.
Por otro lado, puede optar por la extracción y conservación de su leche. En este caso, se recomienda una planificación de 3 a 4 semanas antes a la incorporación laboral para tener tiempo de extraer el alimento y conservarlo adecuadamente.
La extracción de leche puede hacerse a mano o con ayuda de un sacaleches y en el momento en que a la madre le resulte más cómodo; lo importante es que este período no genere ningún tipo de angustia o estrés.
Para comenzar, se aconseja dar masajes circulares con las yemas de los dedos para ablandar la zona y posteriormente continuar con el proceso de extracción manual o artificial en el caso de que se requiera sacaleches eléctricos o manuales.
La leche materna puede mantenerse de 6 a 8 horas a temperatura ambiente. Para conservarla, debe guardarse en envases estériles en la heladera por 24 horas. En el caso de tener congelador, la leche materna se conservará por 14 días y si es freezer puede durar hasta 3 meses, lo importante es rotular los envases con la fecha de la extracción para utilizar las reservas en orden cronológico. Al momento de descongelar, no se recomienda el uso de microondas o fuego directo, sino colocar el envase bajo agua fría.
Pero más allá de las técnicas, es imprescindible la ayuda y el soporte del entorno familiar durante este período tan importante.
Beneficios de amamantar
Además de potenciar el vínculo entre la madre y el hijo, la lactancia materna otorga múltiples ventajas para el bebé, las puérperas y el entorno familiar. En principio, brinda al bebé los requerimientos nutricionales e inmunológicos necesarios para un crecimiento y desarrollo sano. Desde las primeras horas del nacimiento e incluso antes de que la madre abandone la sala de parto, se recomienda que comience a amantar para aprovechar la primera leche (calostro) producida por la madre las primeras 24 a 48 horas.
Además de brindar proteínas, vitaminas y minerales, la leche materna contiene anticuerpos que protegen al niño de alergias, enfermedades de la piel, desnutrición, obesidad, diabetes juvenil y deficiencia de micronutrientes. Por tal motivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia natural exclusiva durante los primeros seis meses de vida. Pasado este tiempo, aconseja incorporar otros alimentos a la dieta y mantener esta práctica en forma parcial hasta cumplir los 2 años de edad.
Del mismo modo, el período de amamantamiento otorga ventajas a la puérpera ya que favorece la disminución del sangrado posparto y provoca amenorrea (ausencia de menstruación) lo que a su vez constituye un método natural de control de natalidad que resulta efectivo siempre y cuando el bebé reciba la leche materna como alimento exclusivo, no hayan pasado más de 6 meses desde el parto y la madre se encuentre en etapa de ausencia total del sangrado.
Por otro lado, esta práctica disminuye el riesgo de cáncer de mama y ovario, reduce las probabilidades de padecer diabetes tipo II y protege contra la coronariopatía en la mujer. Además de disminuir los riesgos de contraer enfermedades tanto en los niños como en la mamá, la lactancia materna representa un ahorro económico porque evita el consumo de leches maternizadas sin dejar de lado el ambiente de integración y amor que propicia en el entorno familiar.
FUENTE: Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOG