Un amplio estudio de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) confirma que las jornadas laborales excesivas aumentan el riesgo de sufrir ictus o patología cardíaca como el infarto. El análisis concluye que trabajar 55 o más horas semanales (unas 9-11 horas diarias, si son cinco o seis días a la semana) incrementa un 35% el riesgo de accidente cerebrovascular y un 17% el de morir por dolencia cardíaca, frente a quienes trabajan 35-40 horas, y le atribuye 745.000 muertes al año en el mundo.
Las cifras
Esos 398.000 fallecimientos por ictus y 347.000 por enfermedad cardíaca son datos del 2016 (los que usa el estudio) y suponían un 29% de muertes más por esta causa que en el 2000. El estudio se publicó ayer en la revista Environmental International.
Este impacto del factor ocupacional en la salud (además de las muertes, supone 23 millones de años de vida con enfermedad) no se había estimado hasta ahora con tal detalle. La OMS no lo tenía en cuenta. Reconocerlo abre la puerta a que se considere la jornada laboral extensa como un factor de riesgo más (como el tabaquismo, el colesterol alto, la hipertensión, la obesidad, la diabetes) a tener en cuenta ante la patología cardiovascular, indica Antoni Serra Peñaranda, director de Cardiología Intervencionista del hospital barcelonés de Sant Pau.
Serra Peñaranda explica, “que la carga laboral aumenta el estrés y perjudica al trabajador por dos vías. Por un lado, afecta al sistema nervioso e inmunológico, se liberan más hormonas de forma continua como el cortisol, que eleva la presión arterial o desregula el nivel de glucosa (factores de riesgo cardiovascular) y que impide dormir. Por otro lado, el estrés aboca al mayor consumo de tabaco, alcohol u otras sustancias estimulantes (desde bebidas energéticas a cocaína) y el exceso de trabajo puede favorecer que se lleve una vida sedentaria, una alimentación poco sana y que se duerma poco. Eso puede originar arritmias o fibrilación auricular en el corazón (no se contrae bien), la formación de coágulos sanguíneos y causar un ictus (si el coágulo se desplaza al cerebro).”
Un 9% de la población mundial hace esas largas jornadas
El estudio de la OMS y la OIT, en el que han colaborado expertos de universidades de distintos países, ha revisado 2.300 investigaciones de los años 70 hasta el 2018 de 154 países, en especial 59 estudios sobre 850.000 personas. Tras el análisis, cifra en un 9% (488 millones) la población mundial que trabaja (en 2016) más de 55 horas semanales, sobre todo en países del sureste asiático (el estudio no incluye el trabajo doméstico).
En España u otros países de la Europa occidental, las jornadas están reguladas y, según el estudio, solo el 3,5% de población hace 55 o más horas. Las muertes por ictus o infarto por esa causa estarían en torno a una por cada 100.000 personas en cada caso en la Europa Occidental. En China, por ejemplo, la tasa de muerte por ictus es de 9,8 y de 4 por infarto. El 11,7% de la población en la región del sureste asiático hace esas extensas jornadas, según la OMS y la OIT.
El análisis es relevante además porque evidencia la necesidad de fijar más regulaciones, pues pone cifras a un problema que crece. Así, se indica que si en la segunda mitad del siglo XX, por normativas laborales en todo el mundo, se tendió a reducir las jornadas, este siglo ocurre lo contrario. El porcentaje de población que hace más de 55 horas semanales se triplicó desde el 2000 –sobre todo, desde el 2010– hasta el 2016. Y en ese periodo creció un 19% la cifra de muertes por ictus y un 42% por dolencia cardíaca por las largas jornadas.
Entre el 2000 y el 2016 se triplicó el porcentaje de población con más carga laboral y aumentaron un 29% las muertes que causa.
La mayoría de víctimas son los hombres (72% de las muertes) y de entre 60 y 79 años, que habían trabajado 55 horas a la semana desde los 45. Serra indica que el fenómeno de las extensas jornadas laborales y su efecto en la salud ya era conocido en países como Japón ( kuroshi ), incluso en edades más jóvenes.
El cardiólogo añade que en esas edades más jóvenes, el estrés y la falta de sueño por la carga laboral también podrían explicar casos de ansiedad, de burn out (sentirse quemados) de depresión y suicidio.
El vínculo con la depresión
La psicóloga María Cabello señala que el impacto en la salud, el mayor riesgo de padecer o hasta morir de un ictus o un infarto, se puede dar en cualquiera que haga esas jornadas extensas, aunque la OMS identifique como perfil de mayor riesgo los hombres mayores de 60 años del sureste asiático y toda esa región del planeta.
Cabello, del Centro Colaborador de la OMS en Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), participa en otra parte del estudio, aún por acabar, que relaciona las jornadas excesivas con la depresión (se han revisado hasta 8.000 estudios). Avanza, sin embargo, que la relación no es tan concluyente ni tan grande como en el ictus y el infarto. Estas dos patologías son, según la OMS, las más usuales y suman un tercio del total de carga de enfermedad relacionada con el trabajo.
El director general de la OMS, Tedros Adhamon Ghebreyesus, sostuvo ayer que el Covid-19 podría haber empeorado la situación, porque «el teletrabajo ha sido la norma en muchos negocios, desdibujando los límites entre el trabajo y el hogar. Además, muchos negocios han sido forzados a cerrar o reducir plantillas para ahorrar dinero y los trabajadores que quedan terminan trabajando más horas». Aseguró que «ningún trabajo merece la pena como para sufrir un ictus o un trastorno cardíaco. Los gobiernos, empresarios y trabajadores necesitan trabajar juntos para acordar unos límites que protejan la salud de los trabajadores».