Un nuevo estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) sugiere que un medicamento utilizado actualmente para tratar enfermedades inflamatorias, o artritis reumatoide, podría ser usado también para prevenir el desarrollo de osteoartritis. El tratamiento se ha demostrado útil si se administra poco después de la lesión articular con riesgo de originar esta afección.
La osteoartritis es una enfermedad de las articulaciones que consiste en el desgaste de los cartílagos. Esto impide que los golpes y movimientos sean amortiguados, los huesos se rozan y esto se traduce en dolor y reducción de movimiento de la articulación.
Es la variedad más común de artritis y se diferencia de otros tipos porque afecta exclusivamente al hueso y no a otros órganos simultáneamente. Un gran porcentaje de los enfermos de artritis desarrollan la dolencia por causa de una lesión articular previa, que provoca el deterioro del cartílago.
El equipo de MIT ha experimentado con el tejido de cartílagos humanos y bovinos. A los que estaban dañados, se le administraron unas proteínas llamadas citoquinas para provocar la inflamación.
Las citoquinas, una sustancia que suele generarse tras la lesión, aceleran la degradación del cartílago. En los tejidos tratados inmediatamente con dexmetasona, un anti-inflamatorio sintético semejante a los esteroides, la degradación del cartílago se detiene.
El tratamiento también ha demostrado funcionar cuando se les administra uno o dos días después de la lesión, lo cual es importante porque las personas que sufren daños en las articulaciones no suelen acudir a un médico de inmediato.
Los científicos todavía desconocen si la dexametasona podría reparar los daños una vez que han aparecido en el cartílago, pero sus estudios futuros estarán orientados a descubrirlo.