Durante el período de gestación, las mujeres experimentan profundos cambios hormonales y metabólicos. Además, las defensas naturales de su organismo disminuyen para favorecer la implantación y el crecimiento del embrión. Debido a este proceso, las embarazadas son más susceptibles de contagiarse infecciones.
Y este riesgo se mantiene luego de dar a luz porque, en ese momento, el sistema inmunológico deja de estar suprimido y, en ocasiones, se recupera de manera exagerada, lo que produce un aumento en la reacción inmunológica. Este desequilibrio en las defensas favorece la aparición de enfermedades latentes y, con frecuencia, algunas afecciones se manifiestan recién después del parto y no durante el embarazo.
La tuberculosis, algunas infecciones sistémicas por hongos y algunos virus, como los de la hepatitis B y C crónicas, pueden iniciarse o agravarse después del parto. Así lo indica un trabajo publicado en la revista Clinical Infectious Diseases, donde los investigadores Nina Singh y John Perfect resumen las patologías infecciosas y autoinmunes que se desarrollan cuando la recuperación de las defensas es desmedida.
Es importante entonces que las mujeres mantengan los controles médicos después del parto, para minimizar el riesgo de contraer enfermedades durante ese período.