Las personas que se avergüenzan fácilmente serían más confiables y generosas

Aunque muchos viven la sensación como una emoción desagradable y negativa, investigadores de EEUU afirman que las expresiones de este sentimiento tienen una función social vital: indicar que esos individuos se preocupan por el bienestar de los otros y por evitar conductas que puedan provocarles un daño.

Si tropezarse en la calle le hace sonrojar, no hay de qué preocuparse. Una investigación realizada en la Universidad de California en Berkeley afirma que las personas que se avergüenzan fácilmente son más generosas y confiables.

La vergüenza es un sentimiento que se manifiesta cuando se quebranta una convención social o se perturba una interacción en curso. Cuando los individuos la padecen, se sienten bajo el escrutinio de los otros y piensan que han amenazado la identidad que desean proyectar. Por esto, las personas hacen todo lo posible para evitar situaciones embarazosas.

Sin embargo, aunque es considerada un sentimiento desagradable, la investigación llevada a cabo por el estudiante doctoral en psicología Mathew Feinberg revela que la vergüenza cumple funciones sociales muy importantes. Este trabajo encontró una nueva función de la manifestación de este sentimiento: la de señalar la pro-socialidad del individuo, que se define como la preocupación por el bienestar de los otros, así como por el deseo de evitar conductas que puedan provocarles un daño.

Como parte de la investigación, publicada en la edición en línea de la revista Journal of Personality and Social Psychology, Feinberg y un equipo de científicos grabaron en video a 57 estudiantes universitarios mientras contaban historias sobre un momento embarazoso de su vida. Luego, calificaron a los sujetos en función del nivel de vergüenza que mostraron en sus relatos. En un segundo momento, los mismos jóvenes respondieron a un cuestionario que indagó sobre cómo ellos creían que una persona debería distribuir ciertos recursos entre ella misma y un otro hipotético. Las respuestas se codificaron de acuerdo con tres situaciones: preferencias pro-sociales, egoístas y competitivas. En una tercera etapa, se les pidió que participaran en el “juego del dictador”, que se utiliza para medir el altruismo. Así, cada uno recibió 10 rifas, con la indicación de conservar algunas y otorgar el resto a un socio. Los resultados mostraron que aquellos individuos que manifestaban un mayor nivel de vergüenza en el video tendían a otorgar mayores recursos y dar más de sus rifas a sus pares, lo que indica una mayor generosidad.

Diversos estudios anteriores demostraron que la vergüenza puede servir para enmendar relaciones sociales que fueron afectadas por una violación accidental de las expectativas o reglas sociales. Cabe aclarar que estos hallazgos se aplican a niveles moderados de esta emoción, y no a la que se manifiesta de manera profunda ni a la ansiedad social extrema.

Desde una perspectiva social, la nueva evidencia demuestra que la vergüenza puede funcionar a favor de los individuos, al expresar algunas de las cualidades más deseables, como la confianza y la generosidad. Por lo tanto, si confunde a una mujer con sobrepeso con una embarazada, no se resista, sonrójese en público, y así demostrará que es un ser pro-social.   

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