La tecnología avanza cada vez más. Tanto que en la actualidad parece irrisorio pensar en una vida sin teléfono celular, o más aún sin la posibilidad de acceder durante las 24 horas de los 365 días del año a los e-mails.
Inclusive los oídos parecen haberse acostumbrado a los diversos sonidos que «salen» de los «smartphones» o teléfonos inteligentes, es decir aquellos desde los cuales pueden realizarse y recibirse llamadas pero además conectarse a Internet, bajar e-mails, videos, fotos y hasta películas, y por supuesto acceder a las redes sociales como Twitter, Facebook y demás.
La pregunta que se plantean algunos científicos frente a todas estas potencialidades es si se trata de aspectos positivos o, por el contrario, suponen un problema. Esa, justamente, es la hipótesis de la cual partieron los investigadores de la Universidad de Worcester, en Inglaterra, quienes liderados por el doctor Richard Balding establecieron que «la utilización de smartphones y más precisamente la compulsión por revisarlo permanentemente ante cada mensaje, luz de alerta o sonido genera un alto nivel de estrés».
«Vale aclarar –postularon los investigadores que presentaron sus hallazgos en una reunión de la Sociedad Británica de Psicología (British Psychological Society) realizada en Chester, Inglaterra- que la relación entre la utilización de smartphones y el estrés se da cuando los teléfonos se utilizan con fines personales y no laborales. Esto quiere decir que el problema no surge de darle el uso para el cual, en principio, fueron creados estos dispositivos, sino cuando se entra en una especie de manía y compulsión por estar permanentemente conectado con amigos y ciber-amigos».
«Los smartphones se usan cada vez más para ayudar a las personas a afrontar distintos aspectos de sus vidas. La cuestión es que mientras más los usamos, más dependientes nos volvemos, y en realidad aumentamos el estrés en lugar de aliviarlo», aclararon los investigadores, especificando de ese modo que el problema no es la tecnología en sí, sino más bien el uso que se hace de ella.
Para comprobar la relación entre la utilización de smartpones y el nerviosismo, Balding y sus colaboradores condujeron pruebas psicométricas de estrés en más de 100 participantes, incluyendo estudiantes universitarios, vendedores de tiendas y empleados del sector público. Además, todos ellos debieron completar una encuesta sobre el uso de teléfonos.
Así, los autores del estudio hallaron que en primera instancia estas personas adquieren los teléfonos para manejar mejor sus obligaciones laborales, aunque con el correr del tiempo terminan cambiando a interacciones más personales y sumando aplicaciones de uso privado con el objetivo principal de mantener el control sobre la red social virtual.
«A medida que esta conducta se vuelve más marcada, crece el nivel de estrés. De hecho se sabe que cuanto más frecuentemente se revisa el celular, más aumenta el estrés. Inclusive en algunos casos la necesidad de mantenerse en contacto puede volverse tan extrema que los usuarios llegan a percibir alertas -por ejemplo vibraciones del teléfono- que no existen», finalizaron los responsables del estudio.
En relación a las conclusiones de la experiencia, al ser consultada por PRO-SALUD News, la psicóloga social y psiconalista María Adela Mondelli, refirió: «La dependencia y el abuso que hay respecto a la tecnología es algo visible en la calle, con lo cual resulta innegable. Sin embargo, cuando uno indaga y profundiza un poco más, nos encontramos con cuestiones más intrincadas como por ejemplo la imposibilidad de discernir si, en vacaciones, queremos recibir e-mails de todo el mundo o solamente de familiares y amigos con los que tal vez debemos encontrarnos. Todo, entonces, termina pasando por el mismo filtro de inmediatez que nos hace acudir al teléfono ante el más mínimo ruido, aún cuando el e-mail no nos interesa».
«También ocurre otra cosa llamativa que se ve en el consultorio: al relatar una conversación, uno a veces percibe como los pacientes mueven sus dedos como si estuvieran redactando un mensaje de texto. Al consultar, la respuesta es casi siempre la misma: eso que están relatando no ocurrió en la realidad sino en la realidad virtual, con lo cual evidentemente la carga de los mensajes es otra», agregó la especialista.
«Todo esto nos lleva a una conclusión. Existe una marcada ansiedad por ‘estar ahí’, por tener a todos cerca todo el tiempo, aunque sea a través de la pantalla de un celular. Eso sin dudas conlleva un alto nivel de estrés», cerró Mondelli.
Fuentes: Pro- Salud News